Regar con aguas de mala calidad, es decir, con exceso de sales o presencia de patógenos o determinados contaminantes, como metales pesados, puede derivar en que muchos cultivos, dependiendo de su sensibilidad, vean afectado su potencial productivo y sanidad, comprometiendo su opción de entrar a mercados internacionales altamente exigentes.
Si bien en la actualidad existen decenas de tecnologías y herramientas que permiten mejorar, en distintos ámbitos, la calidad del agua usada para el riego en las explotaciones agrícolas, El Mercurio Campo ha seleccionado cinco, que destacan por tener una alta efectividad y contar con procesos eficientes.
1-Osmosis inversa
Uno de los mayores problemas que se presenta en la superficie agrícola de Chile, especialmente en lugares de la zona centro y centro norte, es la alta salinidad del agua usada para riego. Esto, en la práctica, se traduce en la existencia de altos índices de cloruros, sulfatos y elementos como sodio y magnesio, entre otros, los cuales resultan nocivos para el desarrollo de diversos cultivos.
Una alternativa para resolver este problema es usar la osmosis inversa, una técnica desarrollada hace varias décadas que apunta a la purificación del recurso hídrico.
“Al regar con agua con bajos contenidos de cloruros podemos aumentar en hasta 40% la productividad de determinadas especies frutales, como el palto, que es altamente sensible a las sales. Además se puede mejorar la calidad de la fruta, el calibre y, con ello, su comercialización en los mercados extranjeros”, asegura Pablo Silva, de Agroriego Tattersall, empresa que comercializa esta tecnología en Chile.
El ejecutivo explica que el proceso para el filtrado del agua se logra gracias a la acción de una máquina con membranas semipermeables y filtros.
“El agua de riego entra a esta máquina, donde es sometida a la osmosis inversa. Aquí se separan las sales y salen dos productos: un permeado con bajísima concentración de sales (el agua tratada) y un concentrado de sales o salmuera que representa alrededor del 30% del total obtenido y que a la fecha se ha transformado en una de las principales problemáticas de esta tecnología”, afirma Pablo Silva.
Esto, según el ejecutivo, se debe a que la salmuera no puede ser depositada en cualquier parte, debido a que puede producir un daño medioambiental.
“Una de las soluciones que hemos encontrado para ella es mezclarla con agua cruda y usarla para regar cultivos que tengan una alta tolerancia a las sales. Otra alternativa es meterla en una piscina para que se evapore el agua o incluso usarla para regar caminos”, advierte.
Una de las claves para obtener buenos resultados con la osmosis inversa es someter el agua que se desea purificar a un pretratamiento, con el fin de retirar cualquier tipo de sólido suspendido o componente que pueda dañar las membranas de la máquina que lleva a cabo el proceso.
Pablo Silva comenta que el costo promedio de un proyecto como el que Agroriego Tattersall ha montado en lugares como Melipilla, Mallarauco y Talagante, alcanza los US$ 7.000 por hectárea, a lo que se le deben sumar los costos operativos que oscilan entre US$ 1.200 y 1.500 por hectárea al año.
“Más allá de lo caro que pueda parecer, lo realmente importante antes de tomar la decisión de usar esta tecnología es hacer un análisis de rentabilidad completo, donde se consideren las mejoras en productividad y los mayores precios de venta que se van a lograr”, asegura.
2-Quemadores de azufre
Una parte importante del agua de riego que se utiliza en el país es alcalina, es decir, presenta un pH alto, lo que produce que las plantas se estresen y no se desarrollen bien. Una forma de revertir este problema son los quemadores de azufre, una tecnología que busca reemplazar los carbonatos del agua, es decir, las sales, por sulfatos con el fin de acidificar el recurso.
Este sistema, que se basa en la quema de azufre granulado y la producción de dióxido de azufre (anhídrido sulfuroso), permite generar agua ácida que, en la práctica, sirve para bajar los pH del recurso hídrico y dejarlos a los niveles que requieran los distintos cultivos.
“Este sistema, por ejemplo, permite tratar un agua de pH 6.5 y dejarla en 4.5 – 5.5 que es lo que necesitan los arándanos”, explica María José Polo de Gravo Export, empresa que comercializa esta tecnología bajo el nombre de Agua Dulce.
Además, esta tecnología permite lixiviar de manera fácil las sales del suelo, reducir los requerimientos de fertilización de las plantas y matar la mayoría de las cepas de algas que se produzcan en el reservorio de agua, lo que a su vez supone un ahorro en el uso de sulfato de fierro, que es lo que se usa normalmente para eliminarlas.
“Asimismo, el agua tratada con la tecnología de Agua Dulce expele las incrustaciones de carbonatos que están en el sistema de riego y que hacen que los goteros sufran taponamiento, alargando la vida de los sistemas de riego”, agrega María José Polo.
El proceso de quemado de azufre —para lo cual se usa azufre laminado de 99.5% de pureza— y producción de agua ácida se realiza en una máquina que puede tener conexión con el tranque del campo o directamente con la matriz de riego.
“En ambos casos, se saca el agua, se procesa y se devuelve a su origen”, explica María José Polo.
Cabe destacar que el agua ácida es capaz de mantener una estabilidad de hasta 12 meses a nivel de reservorio.
María José Polo recomienda que antes de establecer un proyecto de este tipo, cuyo costo oscila entre US 12.000 y 25.000, el productor realice una evaluación de determinados factores, como el nivel de caudales de riego que maneja, y realice un análisis químico del agua, donde se incluya el nivel de bicarbonato. Todo esto, dice, le ayudará a definir si la inversión valdrá la pena o no.
3-Luz ultravioleta
Desinfectar y permitir la reutilización de las aguas de canal o de aguas servidas previamente tratadas es el objetivo principal de las lámparas que emiten luz ultravioleta (UV), una herramienta que por estos días ha ganado una gran popularidad entre los agricultores, especialmente los hortaliceros.
“La luz UV es capaz de destruir el ADN de bacterias, virus y otros patógenos sin ocupar productos químicos de ningún tipo, por lo que no genera subproductos de desinfección problemáticos”, asegura Rodrigo Prado, gerente general de Biolight, empresa que comercializa estos equipos.
Las lámparas, capaces de emitir luz ultravioleta en una frecuencia de 254 nanómetros, se encuentran insertas en una carcasa de 2 m de largo y un diámetro de 40-50 cm, que se ubica en los propios canales de regadío.
“El agua ingresa por un lado del equipo, atraviesa este espacio, donde existe una alta intensidad ultravioleta por un tiempo de 1-2 segundos, y sale al otro lado descontaminada”, explica Rodrigo Prado.
Según Prado, el costo de un equipo básico comienza en alrededor de $10.000.000 y alcanza para tratar alrededor de 10 m3 de agua. Sin embargo, comenta que el equipo y cantidad de lámparas a utilizar en el proyecto dependerá de la turbiedad o porcentaje de transmitancia y nivel de sólidos suspendidos presentes en el agua.
“Antes de todo se realizan pruebas en las que se mide el porcentaje de luz que es capaz de pasar a través del agua. Así, por ejemplo, si el agua tiene un 20% de transmitancia necesitaremos varias lámparas para cumplir el objetivo de eliminar todos los patógenos”, advierte Rodrigo Prado.
Si bien esta tecnología se utiliza principalmente en campos hortaliceros, existe cada vez más interés de los productores por incorporarla a huertos frutícolas, especialmente en aquellos donde se trabaja con especies de baja altura, como arándanos, frutillas o frambuesas.
“En esos casos, existe mayor opción de que el agua tenga contacto con el fruto, lo que podría ser tremendamente problemático para el productor, especialmente si está pensando en exportar su mercadería a mercados con normativa exigente”, sostiene Rodrigo Prado.
4-Agua ozonizada
Otra alternativa para la desinfección y eliminación de virus, bacterias, hongos, algas, esporas y cualquier otro microorganismo presente en el agua de riego es usar agua ozonizada, una técnica que consiste en inyectarle ozono al recurso hídrico en una concentración de 0.2 ppm.
“El ozono es una sustancia con un alto poder desinfectante que debidamente disuelta en agua es capaz de alcanzar concentraciones que una vez proyectadas sobre una mata, frutal, tallo o incluso el suelo, es capaz de realizar un tratamiento de desinfección rápido y efectivo. Además oxigena la tierra que hay alrededor de la raíz, lo que hace que crezcan más y se tenga una planta más vigorosa y con mayor capacidad para retener humedad”, explica Jorge Saludes, gerente de Ozonotecnia, empresa que comercializa equipos con esta tecnología.
Según el empresario, el agua ozonizada también permite reducir en hasta 50% el aporte de fertilizantes al huerto y bajar considerablemente el uso de productos químicos para la prevención de enfermedades, lo que le genera un ahorro importante de recursos al productor.
“A esto se suma el hecho de que el ozono se produce directamente a partir del aire o del oxígeno puro, por lo que es muy amigable con el medioambiente. De hecho, después de desinfectar el agua, vuelve a convertirse en oxígeno atmosférico”, sostiene Jorge Saludes.
El proceso de incorporación del ozono al agua de riego es realizado por un equipo que, dependiendo de los requerimientos del productor, puede variar en su diseño. Una vez ozonizada, el agua puede ser dirigida a un sistema de riego por goteo o de aspersión, es decir, llegará a las raíces de la planta o a su follaje.
Según Saludes, el costo de un proyecto de este tipo dependerá de la evaluación que hagan los especialistas de la empresa, donde se tomarán en cuenta los problemas que tenga el productor y el equipo que mejor pueda resolverlos.
“Lo importante es saber que si hay que invertir US$ 8.000 o 9.000 por un equipo, esto se pagará en alrededor de un año. Así, sumando y restando este monto es muchísimo menor que el que los productores suelen gastar en pesticidas”, afirma.
5-Humedales
Los humedales, que corresponden a superficies inundadas de agua donde se desarrolla un complejo ecosistema, tienen la capacidad natural de purificar las aguas contaminadas con metales pesados, coliformes fecales e incluso pesticidas.
Conscientes de estas capacidades, son varias las empresas que alrededor del mundo están dedicadas a la construcción artificial de estos sistemas.
“Los sistemas de humedales construidos son una solución sencilla, ecológica, efectiva y económica para un problema cada vez más común en el país como es la contaminación de las aguas”, afirma René Silva, gerente general de Ecofiltros, empresa que construye humedales en Chile.
El ejecutivo comenta que muchos de sus clientes son pequeños agricultores que en la actualidad, gracias a la calidad de sus hortalizas y otros productos, están trabajando con destacadas empresas del retail.
Según Silva, para llevar a cabo este tipo de obras se debe seleccionar una zona determinada en las inmediaciones de arroyos, ríos y canales, entre otros; impermeabilizar el terreno para evitar pérdidas de agua al subsuelo; utilizar sustratos diferentes del terreno original; y seleccionar las especies vegetativas que colonizarán la superficie.
“Si bien la vegetación que se ocupará en los afluentes dependerá del lugar donde se ubique, normalmente elegimos entre ocho especies, las cuales cuentan con diferentes grados de eficiencia, dependiendo del requerimiento. Así, hay algunas que son más eficientes en coliformes fecales, nitrógeno, fósforo, sales o metales pesados, entre otras”, explica.
La ventaja de estos sistemas, según el ejecutivo, es que no requieren mantenimientos importantes, debido a que la materia presente en el humedal se va transformando a partir de la interacción que va haciendo el propio ecosistema.
“Las plantas, por ejemplo, se pueden nutrir con el nitrógeno, fósforo u otro elemento que captan del agua”, indica Silva.
De hecho, advierte que los productores solo deberán preocuparse de ir cortando las plantas y flores que puedan crecer, como una forma de mantener la belleza del lugar, que es otro de los aportes que se logran con los humedales.
El ejecutivo comenta además que su empresa cuenta con una licencia internacional para comercializar en Chile humedales flotantes, los cuales pueden ser llevados a lugares donde no haya afluentes como lagos y lagunas para ayudar en los procesos de descontaminación.