Rodrigo Muñoz, Consultor Técnico Comercial de Yara Chile.
Los micronutrientes por definición son elementos “esenciales” para las plantas, por lo que resultan imprescindibles para completar el ciclo del cultivo. Sin embargo, dependiendo de la especie y su etapa de desarrollo, se requieren en cantidades sumamente pequeñas.
Para lograr un estado de suficiencia de estos elementos existen variadas fuentes y formas de aportarlos.
La primera fuente de suministro es el suelo, el cual, en condiciones de suficiencia, puede llegar a suministrar la totalidad del requerimiento del cultivo. No obstante, estos microelementos son habitualmente deficientes, debido a que pueden ser bloqueados por otros elementos mayores y el pH o lixiviados por efecto de la lluvia y el riego.
Adicionalmente, la planta podría estar expuesta a factores externos que no le permitan absorber cantidades suficientes en momentos críticos del ciclo. En este tipo de situaciones existen alternativas y complementos al suministro del suelo que contribuyen a sostener un suministro apropiado para cada etapa de desarrollo, como los tratamientos de semillas, los fertilizantes de suelo cargados con micronutrientes y los fertilizantes foliares.
Los micronutrientes participan en distintas etapas del ciclo de los granos, ayudando a propiciar la producción de puntos de crecimiento a nivel de raíces y follaje, la fotosíntesis y la producción de proteínas.
Los más importantes
En los cultivos de cereales, los micronutrientes que capturan mayor relevancia son el manganeso, boro, cobre y zinc.
El zinc es uno de los micronutrientes que ha capturado mayor atención a nivel global en cultivos de cereales, debido a sus implicancias en la salud humana y a que los bajos niveles detectados en muchos suelos productores han llevado a que se produzcan grandes reducciones de rendimientos. Este elemento es de vital importancia en el establecimiento del cultivo, ya que es un precursor de triptófano, por lo que contribuye a una emergencia más rápida y homogénea. Asimismo, estimula el desarrollo temprano de raíces, lo que a su vez favorece la absorción de agua y nutrientes.
Otro micronutriente fundamental es el boro, dado que se necesita para la polinización efectiva de las flores. Una falta de este elemento resultará en una menor formación de semillas y, por lo tanto, en rendimientos inferiores.
Se sabe desde hace mucho tiempo que el manganeso contribuye a la supresión de las enfermedades fúngicas y bacterianas. La disponibilidad de este micronutriente y su concentración en las raíces juega un papel clave en una potencial infección de la raíz y en la severidad del mal del pie. También tiene directa relación en el desarrollo y crecimiento de la planta. Se han visto respuestas de 10% a 15% de aumentos en el rendimiento gracias a aplicaciones foliares de manganeso.
Por su parte, cereales deficientes en cobre suelen tener mayores probabilidades de sufrir un aumento en la esterilidad del polen. Además si los niveles de cobre en los tejidos son bajos, las plantas serán más susceptibles a diversas enfermedades fungosas como roya, septoria y oídio.
Por estas razones los micronutrientes no deben pasarse por alto al momento de diseñar un programa de fertilización. Afortunadamente, hoy las empresas fabricantes de fertilizantes, como Yara, están buscando alternativas que ayuden a satisfacer todos estos requerimientos de las plantas.