La zona sur de Chile, comprendida entre Cautín y Chiloé, está empezando a mostrar los primeros síntomas del enorme potencial biológico y económico que tiene para la producción de carne de cordero.
En efecto, el interés de los agricultores de agrandar sus actuales explotaciones o, en muchos casos, de comenzar sus actividades en el rubro ovino, se comienza a reflejar en el inventario de los rebaños de esta macrozona.
Las únicas regiones a nivel nacional que muestran un incremento en su dotación de ovinos, entre los censos de 1997 y 2007, son la de Magallanes con 15,8%, la de La Araucanía con 13% y la de Los Lagos y de los Ríos, que en conjunto aumentan 9%.
La naturaleza, con su clima templado húmedo, le otorgó al sur condiciones para tener praderas con un gran potencial, que nada tienen que envidiarle a las mejores del mundo, como las de Nueva Zelandia o Inglaterra. Sin embargo, este modelo requiere una fuerte inversión para mejorar la fertilidad de los suelos, la cual aún no se concreta.
Hace ocho años se agregó una gran ventaja estratégica: la construcción de una moderna planta de faenamiento, con capacidad de exportar a los mercados más exigentes del mundo. Se trata de Mafrisur, empresa del grupo Tattersall, cuya capacidad de faenamiento es de 800 a 1000 corderos en un turno de 8 horas. Sin embargo, su actividad ha sido muy reducida debido a la falta de corderos. Esto, a su vez, se encuentra relacionado con la incapacidad de la planta de poder competir con los precios del mercado informal.
Así, mientras los productores no mejoren su tecnología para aumentar el tamaño de sus rebaños, bajar sus costos operacionales y mejorar la calidad de sus corderos, será muy difícil que esta situación cambie.
¿Y qué pasa en el mundo?
El negocio de carne ovina a nivel internacional muestra una gran fortaleza y estabilidad. La explicación es muy simple: el principal consumidor de carne de cordero que se transa en los mercados internacionales se encuentra en Europa, donde este tipo de carne es parte tradicional de la dieta de sus habitantes.
Recientemente, China aumentó sus importaciones de carne ovina en forma impresionante, transformándose en el principal mercado para la carne de ovina de Australia y Nueva Zelandia, desplazando a un segundo lugar al mercado europeo. Si bien en un principio el gigante asiático importó carnes de bajo costo, como el capón-oveja, en el último tiempo aumentó de forma importante sus importaciones de carne de cordero.
Sin embargo, los principales exportadores mundiales de carne ovina, Nueva Zelandia y Australia, tienen su capacidad productiva copada, con lo que la reacción natural y lógica, ha sido una importante alza en los precios internacionales, que se han más que duplicado en los últimos ocho años.
La leche, por su parte, subió su precio internacional debido a una gran sequía que tuvo Australia, la que ya fue superada. Esto significó un alza importante en la producción lechera de Estados Unidos, la Unión Europea y Nueva Zelandia, donde muchos campos ovejeros se convirtieron en lecheros.
En la actualidad, el precio internacional de la leche ha bajado a menos de la mitad de su valor de hace sólo 2 años y, en muchos casos, sólo los productores más eficientes han logrado utilidades. Este mercado es mucho más volátil que el de la carne.
El precio internacional de la carne de cordero, en tanto, es bastante estable, pues la demanda de parte de los consumidores tradicionales sigue creciendo a mayor velocidad que la oferta mundial de los productores. Afortunadamente, los consumidores son de países de alto nivel económico, para los cuales la carne ovina es un artículo de primera necesidad, por lo que han seguido consumiéndola de forma normal.
El potencial del sur
La producción ovina moderna en el sur es muy competitiva cuando se utiliza la tecnología apropiada. De hecho, en un sistema intensivo de producción, supera a la producción de carne bovina en sus resultados económicos. No obstante, su actual nivel productivo y tecnológico es muy bajo, por lo que no produce utilidades.
El proceso de cambio tecnológico para la ovejería requiere una alta inversión, principalmente en la mejora de la fertilidad de los suelos. Esto, por su parte, permitiría sembrar praderas que aumentan hasta en cinco veces la producción actual de forraje, en el promedio de las explotaciones.
Es más, hay algunas medidas de manejo de gran impacto y costo cero que inexplicablemente no se aplican, más por costumbre que por otros motivos.
Una tecnología para aumentar el número de corderos, de muy fácil aplicación y que es gratis, consiste en adecuar la fecha de parto de las ovejas con la curva de disponibilidad de forraje de las praderas.
En el sur se ha utilizado tradicionalmente como fecha de parto los meses de junio y julio, teniendo como justificación el lograr altos precios para los corderos en las festividades de fin de año. Esa meta se justificaba en el pasado, pero hace muchos años que dejó de ser así.
Hay muchas razones para el cambio de fecha. En primer lugar, hoy la mayor parte de la producción de corderos se consume para satisfacer la demanda de los turistas que llegan al sur, durante los meses de enero y febrero.
Además, el mercado informal, lejos el más importante, y la planta faenadora, mantienen un precio fijo durante toda la temporada.
Factores que marcan la diferencia
También hay factores técnicos que indican que con la nueva genética ovina, que está empezando a introducirse en la zona, los corderos crecerán a mucha mayor velocidad que si se usan las razas tradicionales como Romney y caras negras, cuya ganancia diaria de peso no supera los 0,15 kg diarios.
A modo ejemplo: los corderos de la raza Goldensheep de parto único, ganan sobre 0,4 kilos al día, por lo que si se considera su peso de nacimiento, de 5 kilos a la edad de 60 días, ya se asegura un peso mínimo de faenamiento con 30 kilos. De hecho, antes de los 90 días sobrepasan los 40 kilos. Los mellizos tienen una ganancia un poco menor, del orden de 0,33 kilos diarios. En ambos casos, se alcanzan pesos de mercado para las fiestas de fin de año, con pariciones de mediados de septiembre.
Las ventajas de atrasar los partos para septiembre son muchas: en primer lugar, la mayor demanda alimenticia por parte de las ovejas, al término de su preñez, ocurre cuando ya empiezan a crecer las praderas. Así, se ahorra una gran cantidad de forraje en la suplementación de las ovejas y éstas son mucho mejor alimentadas, lo que a la larga genera una gran economía en los costos.
Adicionalmente, los encastes más tardíos, a mediados de abril, favorecen un mayor número de nacimiento de corderos, por la mayor tasa de ovulación de las ovejas en dicha época, teniéndose un aumento en el número de corderos nacidos de al menos 10%-15%.
No sólo nacen más corderos, sino que por varios factores hay una mortalidad mucho menor. El clima a mediados de septiembre es más benigno que en junio y julio, al momento del parto. También los corderos nacen con al menos 0,5 kilos más de peso, con lo que resisten mucho mejor las inclemencias del tiempo y tienen una mayor ganancia diaria de peso.
De igual forma, las ovejas llegan en mejores condiciones corporales al parto, disminuyendo la mortalidad de ovejas desnutridas. Su instinto maternal es muy superior y adicionalmente su producción de leche es mucho mayor.
En conclusión, al no haber diferencia en el precio del cordero en la temporada de venta, no hay ninguna justificación para programar pariciones tempranas. Esta tecnología es de las pocas que son gratuitas y de fácil y rápida aplicación.