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El impacto del plateado en el desarrollo del arándano

La dinámica de la enfermedad está aún en desarrollo, al igual que las consecuencias a mediano y largo plazo, por lo que resulta crítico realizar buenas prácticas sanitarias, con el fin de mantener alejado al patógeno de un huerto sano de arándanos.

Viernes, 12 de septiembre de 2014 a las 8:30
Andrés  France
Andrés France

El Plateado del arándano es una enfermedad causada por el hongo Chondrostereum purpureum (Pers.:Fr.) Pouzar. La especie ha sido identificada en 240 huéspedes diferentes alrededor del mundo, sin embargo, el arándano sigue siendo un huésped exclusivo para Chile. El primer reporte en arándano corresponde a 2005, en un huerto ubicado en la Región de Los Lagos, diseminándose posteriormente hacia el norte principalmente por el traslado de plantas enfermas provenientes de la multiplicación de estacas. Hoy, se pueden detectar plantas enfermas hasta en localidades como Casa Blanca, aunque sigue siendo la zona sur la que presenta mayor incidencia a la enfermedad.

Los síntomas más importantes de la enfermedad son la necrosis del centro de la madera y el color plomizo de las hojas. La necrosis de la madera se inicia con anillos necróticos, los que luego se vuelven sólidos a medida que progresa la enfermedad y son visibles en la base de las ramas enfermas. Respecto al color plomizo de las hojas, éstas se observan inicialmente en las hojas apicales, para luego ir progresando hacia las hojas basales. Lo cierto es que a las hojas sintomáticas se les puede desprender la epidermis con facilidad mientras que a las sanas es imposible sin romperlas.

A medida que progresa la enfermedad dentro de la planta, se van produciendo la muerte de ramas y la formación de cuerpos frutales (basidiocarpos) en las bases de las ramas enfermas. Una diferencia importante con el Plateado de frutales mayores, es que la rama no necesita estar muerta para producir basidiocarpos; los que son de un característico color rosado púrpura, más o menos circulares —de 1 a 10 mm de diámetro—, y ligeramente levantados y vellosos en los bordes. Además, crecen adheridos a la madera.

Sobre la superficie del basidiocarpo se producen numerosas esporas, que son liberadas después de lluvias y desde finales de febrero (zona sur del cultivo del arándano) hasta agosto en la zona central. Una característica importante del basidiocarpo es su capacidad para producir grandes cantidades de esporas. De hecho, se han llegado a contabilizar hasta 64 millones de esporas por cm2 de basidiocarpo, lo que aumenta sus probabilidades de transmitir la enfermedad.

Para que las esporas logren colonizar el arándano se necesita de heridas frescas y que expongan un xilema bien desarrollado, lo cual se logra con las heridas de poda. Las esporas germinan en estas heridas, al utilizar las secreciones de sabia del corte. El micelio que se forma, por su parte, crece por el interior de la madera hacia el cuello de las plantas. Por consiguiente, el manejo más efectivo es la prevención de la infección a través de los cortes de poda, lo que usualmente se logra con pastas de poda. Sin embargo, éstas son poco efectivas, ya que no son capaces de adaptarse a las dilataciones que experimenta la madera del arándano después de la poda, produciéndose estrías en la pintura que permiten el ingreso de las esporas. El tiempo que permanece susceptible un corte de poda dependerá del diámetro del tallo, pudiendo durar hasta un mes en los cortes más gruesos, tiempo en el cual las pastas de poda pueden ser lavadas por las lluvias. Para una mayor efectividad se deben reforzar las pastas con aditivos como cola fría o caucho, lo que le dará mayor flexibilidad a la pintura y resistencia al lavado por lluvia.

Dentro del manejo es fundamental eliminar las ramas enfermas, con el fin de reducir la presión de inóculo dentro del huerto. Sin embargo, la mayoría de las podas sanitarias que se realizan son incompletas, ya que dejan tocones sobre los cuales se producen los basidiocarpos. La poda sanitaria debe ser lo más cercana al suelo posible. Incluso, las ramas enfermas se pueden despatillar a mano, lo cual removerá parte del tejido enfermo que se encuentra en la corona.

Las tijeras de podar son otra forma de diseminación del patógeno, debido a que pueden producir carpóforos en ramas que aún se encuentran vivas, pero con síntomas. Por lo mismo, deben ser desinfectadas cada vez que se poden plantas enfermas. Las podas de plantas con Plateado, cuyos tallos son utilizados para enraizar estacas, son otra forma de propagación de la enfermedad. En este caso, las plantas nuevas son asintomáticas pero portan la enfermedad, pudiendo demorar hasta 2 o 3 temporadas posplantación la expresión de hojas plateadas. Esta ha sido la principal forma de diseminación del problema a grandes distancias.

No todas las variedades son susceptibles, pero a través del tiempo ha existido una progresión de nuevas variedades que presentan la enfermedad. A partir del año 2005, cuando se detectó por primera vez en Brigitta Blue, le han seguido en orden cronológico: Bluecrop, Duke, Elliot, Misty, Blueheaven, Liberty, Drapper y Corona. Por consiguiente, al menos en estas variedades, hay que extremar los cuidados para prevenir infecciones, es decir, pintar los cortes de poda, evitar las podas en los periodos de mayor presión de inóculo, elegir días soleados para esta práctica, recordar que durante e inmediatamente después de una lluvia siempre hay mayor presión de inóculo en el ambiente y no utilizar plantas provenientes de estacas y de origen desconocido. Es importante señalar que las plantas provenientes de propagación de tejidos de cultivo, no son afectadas por el patógeno y no transmiten la enfermedad.

El futuro de la enfermedad es incierto. A través de un proyecto Fondecyt que está en desarrollo y cuyo título es: “Plateado una nueva e importante enfermedad afectando arándanos en Chile: Determinando su diversidad morfo genética y expresión varietal”, se ha podido identificar que dentro de las poblaciones chilenas de Chondrostereum purpureum existe una alta diversidad genética, lo que facilita la aparición de nuevas cepas o razas biológicas, que pueden, eventualmente, afectar nuevas variedades de arándanos. Por ejemplo, en forma experimental, además de las variedades mencionadas, se ha logrado reproducir la enfermedad en Rocio, la que aún no se detecta en terreno.

También se han encontrado diferencias en patogenicidad, existiendo cepas que producen distintos grados de colonización y expresión de síntomas. La variabilidad genética del patógeno tiene efectos en la sintomatología, lo que explica la aparición de síntomas diferentes a los descritos tradicionalmente para el Plateado. Tal es el caso de plantas enfermas que muestran necrosis en los ápices de las hojas, necrosis terminal de las ramillas y russet en frutos verdes. Aparentemente, un mayor nivel de producción de toxinas por parte del hongo explicaría estos síntomas severos.

Es importante señalar que la enfermedad no se transmite con la fruta, lo que ha sido consultado en seminarios internacionales por usuarios extranjeros, ni tampoco pueden infectarse plantas de viveros provenientes de cultivos de tejidos; esto último considerando que se exportan plantas a otros países.

En consecuencia, la dinámica de la enfermedad está aún en desarrollo, al igual que las consecuencias a mediano y largo plazo, por lo que resulta crítico realizar buenas prácticas sanitarias con el fin de mantener alejado al patógeno de un huerto sano de arándanos.


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