Los sistemas ganaderos bajo pastoreo son complejos. Este escenario muchas veces impide al productor ganadero visualizar la importancia de la(s) variedad (es) forrajera(s) utilizadas en el comportamiento de sus praderas y que incide en la rentabilidad de su producción. A esto se agrega la falta de información que tiene el productor para una buena toma de decisión respecto a qué especies y variedades forrajeras utilizar. Adicionalmente, existen algunas imperfecciones de regulación que generan otras complejidades.
Tradicionalmente el énfasis en la producción ganadera nacional ha estado puesto en los aspectos técnicos de manejo animal y la pradera, y en menor medida en la genética de las especies y variedades forrajeras. Sin duda que este enfoque debe cambiar, pues la evidencia empírica muestra la importancia de mejorar la productividad y eficiencia de utilización de las praderas.
En el mercado nacional de semillas forrajeras de Chile hay cuatro aspectos fundamentales que el productor ganadero debe considerar para una correcta toma de decisión respecto a qué variedades utilizar:
1. La mayor parte de las variedades que se comercializan en Chile son importadas, habiendo sido creadas para ambientes que no necesariamente son similares a los nuestros. Excepciones son las variedades de trébol rosado chilenas comercializadas en nuestro país y que se exportan, y algunas variedades de otras especies, como el bromo. A futuro podría haber también variedades nacionales de ballica perenne y trébol blanco si se continúa con sendos programas de mejoramiento genético iniciados recientemente por INIA con el apoyo del Consorcio Lechero , del gobierno de Los Lagos y de Innova CORFO .
En Chile, el requisito mínimo para poder comercializar una variedad forrajera no exige que sea evaluada agronómicamente en nuestras condiciones para determinar su producción, calidad ni persistencia. Adicionalmente, no existe un catálogo o boletín nacional de variedades forrajeras que resuma la información de las evaluaciones realizadas por distintos entes participantes del sistema.
2. Una alta proporción de estas variedades se comercializa como semilla corriente. Aunque desde el punto de vista normativo en Chile esta semilla es legal, su uso no permite asegurar la calidad e identidad varietal que si ofrece la semilla certificada.
3. Existe una amplia diferencia entre variedades de una misma especie en sus características morfofisiológicas y comportamiento agronómico. En ballica perenne por ejemplo, existen variedades diploides y tetraploides, sin endófito.
4. Otras, con distintos tipos de endófito; también ballicas con niveles normales y altos de carbohidratos solubles, y de distinta precocidad de floración. Dentro de cada una de estas categorías de tipos de variedades hay además considerable variación en agresividad al establecimiento y comportamiento productivo.
5. Existe una alta interacción entre el comportamiento de las variedades forrajeras y el ambiente. Por ejemplo, evaluaciones recientes de variedades de ballica perenne efectuadas por INIA en cinco sitios, entre La Araucanía y Los Lagos, han permitido verificar que el ranking de variedades difiere considerablemente de acuerdo a la localidad/ambiente del sitio.
10% menos de rendimiento de forraje, de una pradera de ballica perenne y trébol blanco destinada a la producción de leche, con una eficiencia de utilización del forraje del 70%, genera una diferencia, al precio de hoy, de $145 mil de ingreso bruto/ha por venta de leche.
Los aspectos indicados anteriormente dejan en claro que al productor ganadero le falta información y herramientas para una buena toma de decisión respecto a qué especies y variedades forrajeras utilizar en su explotación.
Por otro lado, es evidente que no todas las variedades se comportan igual; a modo de ejemplo, los ensayos efectuados por INIA para comparar variedades de trébol rosado han encontrado diferencias de rendimiento de forraje por año de hasta 69% entre la mejor y peor variedad.
Otros ensayos recientes de evaluación de variedades de ballica perenne que están en el mercado nacional, han mostrado diferencias de entre 14 y 44% del rendimiento promedio de forraje por año, dependiendo de la localidad.
Estas diferencias se traducen en mayores o menores ingresos económicos para el ganadero; por ejemplo, en una pradera de ballica perenne y trébol blanco destinada a la producción de leche, una diferencia de 10% en rendimiento de forraje (diferencia estimada de 1200 kg de materia seca/ha), considerando una eficiencia de utilización del forraje de 70%, significa en valores promedio una diferencia de $ 145.000 de ingreso bruto/ha por venta de leche.
Los antecedentes detallados permiten sugerir a los productores que se informen antes de tomar una decisión respecto a qué especies y variedades utilizar, ya que esa decisión tiene implicancias importantes para la rentabilidad de sus sistemas.
Por otro lado, es aconsejable mejorar algunas debilidades en la normativa nacional y, en un horizonte de mediano plazo, diseñar un sistema nacional de evaluación de variedades forrajeras que permita disponer de información objetiva y de acceso público para una buena toma de decisiones.
Finalmente, es necesario potenciar las iniciativas de mejoramiento genético de forrajeras que se desarrollan en Chile.