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Juez de la Corte Suprema de EE.UU. Antonin Scalia: “Esta es una época terrible para escribir una Constitución”
Advierte que “los grupos de interés han descubierto que si desean que sus demandas favoritas sean adoptadas, lo que hay que hacer es ponerlas en la Constitución”. Se muestra también contario a que se transmitan los juicios por televisión y critica a los magistrados que no respetan el texto de la ley en su interpretación.
Domingo, 15 de marzo de 2015 a las 8:52 | Actualizado 8:52
Álvaro Fernández D. / Alejandra Zúñiga C.
Antonin Scalia, de familia de origen italiano, no sólo es el magistrado en ejercicio que lleva más tiempo en la Corte Suprema de EE.UU. (fue nominado por Reagan en 1986), sino que también es uno los exponentes más influyentes de las últimas décadas en el mundo del derecho.

Siempre agudo y controvertido, su trayectoria se caracteriza por una sólida defensa de los valores fundacionales de la Constitución estadounidense, lo cual implica respetar en su interpretación el texto de la misma. Es uno de los principales partidarios de la corriente denominada “originalismo”, según la cual a las palabras de una ley debe dárseles el significado razonable que tenían cuando fueron adoptadas, y rechaza con fuerza el concepto de “Constitución viva” (a la cual pudiera dársele un significado que se adapte a los tiempos).

En sus casi tres décadas en la Corte ha debido pronunciarse sobre las más diversas materias, desde pena de muerte, aborto y libertad de expresión hasta situaciones políticas tan trascendentes como el fallo en el caso Bush v. Gore (2000), relativo a la disputa judicial sobre el resultado de las elecciones presidenciales.

Esta semana estuvo en Chile invitadopor la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, sostuvo una conversación con “El Mercurio”.

— En nuestro país se debate acerca de la conveniencia de dictar una nueva Constitución. ¿Qué condiciones debieran estar presentes en una sociedad para que surja una buena Constitución?

— Esta es una época terrible para escribir una Constitución, porque los grupos de interés han descubierto que si desean que sus demandas favoritas sean adoptadas, lo que hay que hacer es ponerlas en la Constitución, independientemente de si se trata del sueldo mínimo, de la tasa de interés máxima que es legalmente permisible o de los derechos de los empleados a unirse a los sindicatos.

No es el estatuto de garantías lo que ha hecho a Estados Unidos un país libre, no es eso, porque todo dictador en el mundo tiene su propio estatuto de garantías. Estoy seguro de que en Cuba tienen uno, mientras que la Unión Soviética tenía uno fantástico, mucho mejor que el de Estados Unidos, garantizaba más cosas, pero ninguno de los dos tiene valor.

Scalia profundiza sobre esta materia: “¿Qué es una Constitución? Es una estructura, lo que nuestros redactores discutieron en Filadelfia desde mediados de mayo a mediados de septiembre de 1787. Salieron de allí con una estructura, no con un estatuto de garantías, esto último fue pensado después. La esencia de una Constitución es una sólida estructura que impida la centralización del poder en un hombre o en un partido, para que la libertad sea preservada. La Unión Soviética prometió libertad para manifestarse públicamente y protestar, pero cualquiera que fuera sorprendido criticando al gobierno era atrapado. Es una cosa fantástica, porque la verdadera Constitución de la Unión Soviética no previno la centralización de poder en el Partido Comunista. Una vez que eso sucede, el estatuto de garantías puede ser ignorado y es ignorado.

— ¿Cuáles son los puntos principales a los que se debe poner atención?

— Los casos que más me interesan son aquellos que involucran separación de poderes, lo que el Presidente puede hacer sin el Congreso, lo que el Congreso puede hacer sin el Presidente, si involucra al federalismo, cuáles son las áreas fuera de los límites del gobierno federal y los poderes que residen en los estados. Esas son las preguntas más importantes y dudo que eso sea de lo que están hablando cuando se refieren a una nueva Constitución, probablemente en lo que piensan es en un nuevo estatuto de garantías, ¿no es cierto? Eso no va a salvar al mundo.

No estoy diciéndole a los chilenos que no tengan una nueva Constitución. No me involucro en otros países, me mantengo alejado de sus asuntos. Solo estoy observando que eso no es lo mejor en este siglo. Es más, por las mismas razones, no quiero que en mi país se escriba una nueva Constitución.

— ¿Cuál cree que son los temas más complejos y polémicos que a futuro le tocará resolver a la Corte Suprema de EE.UU.?

— Tenemos dos en este mandato y son bastante controvertidos. Uno es el Affordable Care Act, donde una de sus cláusulas, una de carácter central, está siendo cuestionada. Si se resuelve que es ineficaz o que es ineficaz la forma en que el Ejecutivo la ha aplicado, quizás tendrían que hacerse revisiones. El otro caso que tenemos, del cual aun no hemos escuchado los argumentos, es el de los matrimonios homosexuales, si la constitución requiere o no que todos los estados deben permitir a las personas del mismo sexo casarse.

“Si es una mala ley el juez debe producir un mal resultado”

— A su juicio, ¿cómo debe interpretarse una ley y particularmente una Constitución?

— Es imposible tener democracia en un país sin un lenguaje escrito, porque la única forma en que el pueblo puede expresar su voluntad es mediante la promulgación de leyes escritas y, obviamente, el trabajo de un juez es darle a esas leyes escritas su significado más justo, para que las personas sean las que gobiernen. Lo que ellos escriben es lo que es la ley, no lo que el juez piensa que debe ser. Si es una mala ley el juez debe producir un mal resultado, porque no depende de él decidir qué es un mal resultado.

No es algo muy complicado y no sé cómo la democracia podría funcionar de otra manera. La única forma en que eso puede suceder es leyendo la ley en forma justa para decir lo que dice.

— ¿Por qué dentro del sentido literal posible de las palabras empleadas en un texto legal no optar por la decisión más justa? Usted es partidario de darle su sentido original.

— La decisión más justa no depende de mi juicio, no me corresponde a mí decidir lo que es justo, sino que eso depende de las personas. Lo que yo podría pensar que es un resultado justo, la gente podría verlo en forma contraria. Yo solo tengo que darle a las palabras su sentido más justo, lo que no quiere decir su significado literal, sino que las palabras se deben leer en su contexto.

No soy lo que muchas veces se denomina un construccionista estricto, el lenguaje no debe interpretarse estrictamente, sino que debe interpretarse razonablemente, pero una vez que se ha decidido cuál es el sentido razonable, esa es la respuesta. Cualquier juez que esté feliz con los resultados a los que llega en cada caso, a mi modo de ver es un mal juez, porque no estamos para producir los resultados que queremos, sino para producir los resultados que quiere la gente. La única forma de hacer eso es interpretando los textos de las leyes y la Constitución en forma justa, no estricta, sino justa.

“Es muy difícil persuadir a los jueces de que se mantengan fieles al texto”

— ¿No se siente frustrado cuando aplica una norma en su sentido originario y llega a un resultado que no le satisface o que es notoriamente injusto?


— Por supuesto, no me agrada llegar a resultados que no me gusten, y eso es lo que seduce del otro método de interpretación, que se trata solo de producir un resultado que te sea satisfactorio. Eso es muy seductor para un juez: que ante todo lo que haga, piense que se trata de una magnífica respuesta, porque le gusta. Es muy difícil persuadir a los jueces de que se mantengan fieles al texto y que cuando éste produzca un resultado que no les satisfaga, tengan que aceptarlo. De eso es de lo que se trata la democracia.

Si un magistrado quiere hacer o votar por lo que quiera, entonces que se postule para que lo elijan y se vaya al Congreso. A menudo tengo que producir resultados que no me gustan, y eso ni siquiera es algo raro sino que usual, porque como dije, si se trata de una ley estúpida, por juramento debo llegar a un resultado estúpido. Si crees que no existen leyes estúpidas, quizás en Chile no hayan, pero nosotros tenemos muchas que sí lo son.

— Su criterio de interpretación (textualismo y originalismo) deja en algunos casos bastante grado de ambigüedad. Se le critica que es una forma de aplicar una posición conservadora bajo aparentes criterios objetivos de interpretación.

— Eso es completamente falso. El originalismo va a guiar algunas veces a un resultado conservador y otras veces a un resultado liberal. Es más, en Estados Unidos, considerando el hecho de que soy socialmente conservador, soy muy querido por los abogados penalistas defensores, porque he escrito algunas opiniones que defienden los derechos constitucionales de sus acusados. Y como éste podría dar numerosos otros ejemplos.

— ¿Es papel de los tribunales de justicia estar disponibles para construir un país más inclusivo e igualitario?

— No, eso es muy arrogante, es algo arrogante de decir. La regla es la democracia. Nuestra Constitución protege a ciertas minorías, las decisiones de nuestra Corte Suprema protegen a las minorías políticas, eso es libertad de expresión; minorías religiosas, eso es libertad religiosa; minorías raciales, la Constitución prohíbe la discriminación basada en raza; pero si hay otras minorías que desean tener una protección especial, depende de la gente dárselas, no de la Corte.

“Durante 200 años, cada estado ha prohibido el aborto”

— Respecto del aborto, usted ha sido crítico de la sentencia Roe v. Wade (1973), que considera que es un derecho de la mujer el interrumpir o no un embarazo. ¿Por qué la critica?

— Por la simple razón de que es antidemocrático. Los ciudadanos estadounidenses nunca han decidido que un estado no puede prohibir el aborto. ¿Cuándo han decidido eso? En una democracia, la regla de base es que la gente decida, las personas. En una democracia liberal, que somos, las personas no deciden sobre todo, no deciden sobre libertad de expresión, libertad religiosa, el derecho a portar armas, el derecho a ser juzgado por un jurado, el derecho a ser confrontado por un testigo, etcétera. ¿Quién decreta esas excepciones de la democracia? La gente lo hace, cada una de esas estipulaciones fueron presentadas al pueblo. Tu puedes quererlo o no, algunos de ellos puede que lo rechacen, pero esa es la regla que la gente siempre ha seguido. La pregunta es si el pueblo alguna vez prohibió que un estado pueda proscribir el aborto. ¿Dónde?

Durante 200 años, cada estado ha prohibido el aborto. ¿Cuándo los estadounidenses han dicho “no, un estado no puede hacer eso”? El asunto, sin embargo, no es si se debe prohibir o no el aborto, sino quién decide. Si la gente quiere permitir el aborto, está bien, pero son ellos quienes deben decidirlo.

— ¿Por qué, y considerando que usted es un magistrado católico, no considera que las leyes que permiten el aborto son inconstitucionales en su país?

— Porque eso no es lo que la Constitución dice. Yo no aplico el derecho natural, ese no es mi trabajo, yo aplico las normas de Estados Unidos, el derecho que sus ciudadanos han adoptado. Los jueces nunca deben aprobar algo que pueda ser interpretado como que se le puede exigir a los estados que permitan, por ejemplo, el aborto, y tampoco que adopten nada que obligue a los estados prohibirlo. Es un asunto que se ha dejado a las personas.

En nuestro sistema, cuando esto es dejado a la gente, significa que es dejado a cada estado. Respecto del aborto, por ejemplo, ¿por qué la gente de Utah debería tener la misma regla que la gente de Nueva York? Un estado muy conservador frente a uno muy liberal. ¿Cuál es el sentido, entonces, de tener un sistema federal, si cada vez que haya un tema complicado, la Corte Suprema dirá que todos tienen que hacer las cosas de la misma manera?
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Transmisión en vivo de los juicios
"Es enfermo hacer entretenimiento con los problemas legales de la gente"

— La Corte Suprema de EE.UU. no permite que se trasmitan por televisión sus audiencias, ¿no va eso en contra de la transparencia? Hay un debate en Chile acerca de la transmisión de los juicios.

No tiene nada que ver con transparencia que la televisión trasmita a nivel nacional. Quien desee entrar a nuestras audiencias puede hacerlo, están abiertas. En la Corte Suprema de EE.UU. los turistas entran, se sientan y escuchan durante unos minutos cosas muy aburridas y luego se van.

Esto no tiene que ver con transparencia. Lo que los medios dicen es que poder ver el trabajo de la Corte Suprema educaría a los ciudadanos estadounidenses. Eso no es cierto. Eso sucedería si las personas se sentaran a ver C-SPAN, audiencia tras audiencia, en cada caso. Así sabrían lo que pasa la mayor parte del tiempo, que no estamos mirando todo el día al cielo filosofando acerca de si debería existir el derecho alborto o al suicidio, por ejemplo; la mayoría del tiempo funcionamos como abogados, interpretando los códigos, que es realmente un trabajo de abogados. Pero, por cada 10 estadounidenses que miraran estas transmisiones en todo momento, habría 10 millones que lo haría solo en los 30 segundos que aparece en las noticias, y estoy seguro de que si tomamos esos reportes televisivos, no serían representativos de lo que hacemos, todo lo contrario, sería algo como el hombre que muerde al perro, porque eso hace una mejor historia. Entonces, ¿por qué debería participar en dar una falsa apariencia a la gente sobre nuestra institución? Creo que es una idea terrible.

— ¿Esta opinión la mantiene solo respecto de la Corte Suprema o también se aplica a los juicios de los distintos tribunales?

Tengo esta razón para rechazar la televisación de nuestras decisiones, que también se aplica para las cortes de apelaciones. Tengo también otras razones distintas respectos de los juicios de primera instancia. En este último caso, creo que es enfermo hacer entretenimiento con los problemas legales de gente real. Si alguien ha estado envuelto en algo así, incluso en una demanda civil, sabe que es terrible, que arruina su vida y hacer entretenimiento de eso, algo que se puede ver, ¿qué clase de sociedad hace eso? Y eso es lo que la televisión ha estado haciendo. Dicen que quieren educar, pero no es cierto, solo quieren hacer dinero divirtiendo a la gente. Si quieren entretener con un juicio, que contraten actores, pero que no usen gente real. Es realmente enfermo y como sociedad deberíamos estar avergonzados.
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Alegatos ante la Corte
“A algunos abogados les gusta seguir y seguir hablando, pero cada frase malgastada, lo daña”

— Con su dilatada experiencia, ¿qué características debe tener un buen abogado que alega ante una Corte?

Ser inteligente, saber la ley, cómo ésta se aplica a los hechos. Si el abogado está argumentando ante una corte con público, en mi país, tiene que ser una persona segura, capaz de responder preguntas sin que para ello deba irse a su casa y pensarlas. Además de eso tiene que ser confiable. Lo peor que puede hacer un abogado es describir mal un caso o equivocarse en los hechos. Una vez que ha cometido un error, esa sensación de confianza entre él y la corte desaparece. Tenemos un adagio en el derecho penal acerca de los testigos, es en latín y dice: “Falsus in uno, falsus in omnibus”, que quiere decir, “Falso en una, falso en todas”.

Es una reacción humana natural que cuando un abogado ha sido descubierto engañando al tribunal acerca de algo, no se vuelve a confiar más en él. Entonces esa es una cualidad fundamental; hay que ser muy cuidadoso de no exagerar ni tergiversar. Junto con esto, y quizás sea lo más importante, debe ser breve. A algunos abogados les gusta seguir y seguir hablando, pero cada frase perdida o malgastada, que no ayuda realmente al caso, lo daña, porque diluye todo el resto de lo que se está hablando. Se debe hablar solo acerca de aquellas cosas que son realmente importantes para el asunto y cuando el abogado termine de argumentar, debe callarse y sentarse. Que le de a la Corte otros cinco minutos más para el almuerzo.

— En los alegatos ante la Corte Suprema de EE.UU. se suele interrumpir la exposición de los abogados con muchas preguntas. En nuestro país esa no es una situación frecuente, ¿qué ventajas tiene ello?

No se cómo será aquí, pero en Estados Unidos, cada uno de los jueces de la corte lee resúmenes. Leemos 60 páginas del resumen de un demandante, otras 60 del demandando, 40 más con la respuesta del demandante, entre otras cosas. Si dejas que el abogado hable lo que quiera, ¿qué es lo que va a decir? Va a repetir su resumen, va a decir exactamente lo mismo que yo acabo de leer. Es como que si leí el libro, no quiero ver la película. ¿Por qué debería dejarlo entrar y decir lo mismo que acabo de leer? Ya subrayé los pasajes más significativos, marqué en los márgenes aquello que no tiene sentido y no quiero escucharlo repetir lo mismo. Sin embargo, al leer ese resumen, algunas preguntas se me ocurrieron. Él puede contestar satisfactoriamente esas preguntas, ésta es su oportunidad. Y en media hora puedes realmente probar el caso del abogado. Si alguna vez asistes a alguna de esas audiencias, te darás cuenta cómo se desmenuza el caso hasta llegar a lo esencial. Es muy duro para los abogados.
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