Un fuerte remezón vive la ANFP desde que la semana pasada salieran a la luz algunos comentarios de su timonel, Pablo Milad, en un chat privado que comparte con los 16 presidentes de los equipos de Primera División.
Esto de revelar conversaciones privadas no es nuevo en el fútbol chileno. Hace un poco más de un año la polémica estalló con los audios de Francisco Gilabert hablando del partido Huachipato-Copiapó por la Promoción, en un escándalo que terminó con Javier Castrilli fuera de la jefatura del referato nacional.
Pero hay diferencias. Los audios de Gilabert levantaron sospechas desde un comienzo, pues su relato no calzaba con su propia actuación en la cancha y lo que revelaba el registro del VAR cuando cobró el penal para el cuadro de Talcahuano. El supuesto escándalo que denunciaba quedó en nada y después la justicia le dio la razón a Castrilli en su demanda contra la ANFP por despido injustificado.
Ahora, en cambio, nadie puede poner en duda de la veracidad de los dichos en el “caso chat”. El propio Milad tuvo que salir a disculparse con las autoridades del Gobierno al que tildó de “populista”, mientras que Juan Tagle también se vio obligado a referirse a su participación en el diálogo que calificaba como un “caramelo” la idea de prohibir el ingreso a los estadios a los deudores de pensiones alimenticias. Los propios protagonistas y todo el mundo del fútbol saben que los hechos son tal cual fueron relatados en la prensa.
A modo de explicación, además de decir que “utilicé a lo mejor términos no adecuados”, Milad acusó que “hay una finalidad de desestabilizar” a su gestión.
Probablemente sí. El que filtró el chat claramente no tenía ganas de hacerle un bien a la actual directiva de la ANFP. Quizás sí se esté fraguando una campaña para desestabilizarla y hasta removerla de sus funciones.
De ser así, hay que decir que esa campaña lleva harto tiempo. Y con éxito. Es cosa de ver el estado de las selecciones, las programaciones y las canchas del torneo nacional, la violencia en varios de sus partidos, el poder que tienen los representantes en los clubes y los nulos intentos en separar la federación de la ANFP... ¿El que quiere desestabilizar hoy a Milad habrá sido el mismo que le aconsejó contratar a Francis Cagigao? Quién sabe.
Hay hartos problemas en el fútbol chileno. Milad no es el culpable de todos, por cierto, pero sí es el primero que debería estar preocupado de encontrar soluciones en vez de estar cazando “traidores”. Aunque, claro, es muy difícil avanzar si ni siquiera puede confiar en los directivos que tiene en su círculo más cercano.
La pregunta es simple: ¿Dónde está el foco de los dirigentes hoy? ¿En sus guerrillas por el poder o en la búsqueda de mejorar el fútbol chileno?
La respuesta es complicada.
Alejandro Cisternas
Coordinador de Deportes