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Editorial
Martes 21 de marzo de 2023
Situación macroeconómica en Chile
Los países emergentes, y el nuestro en particular, presentan hoy condiciones más frágiles para enfrentar una potencial crisis financiera que hace quince años.
La compleja situación financiera por la que atraviesan algunos bancos en el exterior hace inevitable la comparación con la crisis subprime, de fines de la primera década de este siglo, cuando el estrés generalizado en los bancos globales dio origen a una recesión mundial de graves consecuencias. Las condiciones hoy son sin duda diferentes, ya que el problema que causa las actuales tensiones bancarias está más identificado, se conoce razonablemente bien su tamaño y los principales bancos se encuentran significativamente más capitalizados que entonces. No obstante aquello, resulta de la mayor responsabilidad —especialmente desde el punto de vista del manejo macroeconómico y del diseño de las políticas públicas— hacer una evaluación cuidadosa de los riesgos involucrados en la coyuntura que hoy se vive.
Desafortunadamente, el balance para nuestro país es más negativo que hace 15 años. Por de pronto, las condiciones fiscales son claramente peores que las que presentaba Chile en 2008, cuando contaba con una importante acumulación de ahorros provenientes del auge de las materias primas, cuyos ingresos habían sido solo parcialmente gastados. En la actualidad, la deuda pública es considerablemente mayor, y más parecida a la de otros países de la región. Es por ello que la capacidad contracíclica de la política fiscal es hoy sustancialmente menor.
La política monetaria también cumplió un papel importante durante la crisis subprime, toda vez que las tasas de interés cayeron vigorosamente y el Banco Central realizó además importantes inyecciones de liquidez, acciones que, por cierto, se repitieron —y de manera aún más agresiva— durante la crisis generada por la pandemia del covid. Hoy, la alta inflación y la mayor fragilidad de las cuentas fiscales —así como un ambiente político claramente más proclive a las medidas populistas, en un escenario de debilidad institucional— hacen complejo replicar un actuar tan agresivo como el de entonces por parte del instituto emisor. Por cierto, de cambiar las condiciones macroeconómicas y avizorarse una caída abrupta en la inflación, la política monetaria podría actuar con fuerza, pero hoy parece ser menor el espacio de acción para el Banco Central, en un ambiente de mayor incertidumbre.
Por último, buena parte de la positiva reacción de la economía chilena durante la crisis subprime tuvo su origen en la expansión fiscal y crediticia en China. Las circunstancias actuales en ese país hacen más difícil una respuesta tan agresiva como la que se vivió entonces, cuyas consecuencias en niveles de deuda se observan hasta hoy. Todo lo anterior sugiere que los países emergentes, y Chile en particular, están en condiciones más frágiles para enfrentar una potencial crisis financiera que hace quince años. La acción legislativa del Gobierno —y el debate político en general— deben tomar en cuenta estas consideraciones.