En plena disputa de los octavos de final del Mundial de Qatar, ya hay señales potentes sobre algunos aspectos técnicos que se han podido observar en el torneo y que deben (si es que existe la voluntad, por cierto) ser material de discusión en el medio chileno.
No se trata de simples percepciones, sino que de conclusiones obtenidas tras el seguimiento de todos los encuentros realizados por el Grupo de Estudio Técnico (GET), un organismo conformado en esta ocasión por siete entrenadores —encabezados por el francés Arsène Wenger— y cuya función establecida es la de analizar partidos, recabar datos y fomentar la comprensión del fútbol.
Los expertos ya han hecho algunos comentarios interesantes sobre lo que ha ofrecido la Copa.
Por ejemplo, que las selecciones participantes, comparadas con las del Mundial de Rusia, se han compactado en términos defensivos. Es decir, “la distancia entre el atacante más adelantado y el defensor más retrasado se ha reducido en dos metros con respecto a lo que se vio en Rusia”, dijeron los expertos.
No es todo. También hicieron notar dos situaciones interesantes en el juego de los arqueros. La primera es que se están situando un metro más arriba de lo habitual, aunque las líneas defensivas no lo hacen, por lo que, según el GET, el portero de hoy “o bien juega arriba y espera que se envíe un balón en profundidad, por encima de la defensa, o bien espera que el balón rodee la defensa e interpreta la jugada”. La segunda es que los guardametas están cada vez pidiendo más la pelota para salir con el pie. Y hay cifras que lo demuestran. En Rusia, en todo el Mundial, los arqueros se ofrecieron a recibir la pelota 443 veces. En lo que va de Qatar, ya van 726.
Todo ello no deja de ser súper valioso en cuanto a información.
Pero hay un dato más que, sin duda, debería estremecer las estructuras formativas (ojalá de Chile, por cierto): cada vez hay menos futbolistas que se atrevan a jugar mano a mano con los defensas rivales. En términos simples, ya son solo una pequeña porción de ellos los que encaran.
No es raro. El que se atreve a enfrentar a los defensores, el que opta por el duelo personal, hoy parece un extraterrestre. Y si aquello, además, le resulta, lo sentimos como un jugador brillante.
¿Acaso no es eso lo que ha hecho que percibamos que el francés Kylian Mbappé sea la estrella del Mundial? ¿No es eso lo que hace aplaudir a Lionel Messi? ¿Por qué nos conmovió el inglés Marcus Rashford?
No es casualidad y los expertos del GET lo han recalcado. El que encara le da a su equipo opciones diferentes. El juego se agiliza y se hace sorpresivo. Si no se va a esa lucha, el balón se retrasa y se conserva (posesión), pero quizás se pierde la opción de desencajar la defensa contraria (juego directo).
En el GET se atreven incluso a dar un consejo: que los centros de formación o las divisiones menores, que hoy ponen énfasis en el juego de equipo por sobre el individual, dejen de ser tan dogmáticos. “Los equipos son cada vez más tácticos y hay que encontrar la manera de superar la línea defensiva (…) Por eso hay que animar a los jóvenes a buscar el mano a mano”.
Contundente. ¿Mensaje recibido?