Señor Director:

El sábado pasado fui víctima de un hecho de violencia. Salí a bailar con una amiga a una discoteque en Los Cobres de Vitacura y, a la salida, esperando el Uber, dos mujeres que gritaban me atacaron fuertemente: no las insulté, no las provoqué; solo tuve la mala idea de llamar a la calma, generando en ellas una violencia desatada.

Todo ocurrió frente a personas (incluidos guardias del local donde estuve) que miraban impávidas, sin reaccionar. Solo la sangre que salió de mi cabeza, luego de cinco o seis golpes, hizo reaccionar a un par de personas que se acercaron, nos ayudaron y llamaron a carabineros.

Sabiendo que estos hechos de violencia son cada vez más comunes, me pregunto por qué la municipalidad no hace más rondas en lugares como este o por qué los guardias no actúan para defender al agredido. ¿O acaso es que la indefensión a la que hemos estado expuestos hace meses como sociedad nos ha vuelto indiferentes? Me pregunto si el miedo nos ha paralizado tanto que ya nadie intenta dar una mano a la persona violentada públicamente.

Luego de dos años de encierro, mi primera salida se transformó en una pesadilla. Terminé en la clínica con puntos en la cabeza.

M. Belén Carmona L.