Las cosas ocurrieron más o menos así, el martes pasado. El Presidente Boric estaba en una actividad en Cerro Navia cuando una mujer comenzó a gritarle:
“¡Presidente, soi entero amarillo!”.
“Socia, ¿quiere conversar?”, le respondió el mandatario.
“¡No hablo con amarilloooos!”, replicó ella.
“Entonces salga de acá”, retrucó el gobernante.
“¡Estoy en mi comuna! ¡Voh no soi de aquí; si quiero me paro acá, al frente, en cualquier lao!”, finalizó la mujer.
Eso es lo que logré captar del video que ha circulado toda la semana en las redes y en los medios.
Mi primer comentario es que me llamó la atención el modo en que el Presidente Boric interpeló a la vecina de Cerro Navia. No hay un código escrito respecto del modo en que uno debe referirse a una persona desconocida con la que se quiere interactuar.
La circunstancia típica de esto es cuando uno quiere llamar a un garzón para pedirle la cuenta en un restorán. ¿Cómo se le llama? ¿Señor, amigo, joven, mozo?
¿Y si esa situación ocurre en la calle con un tipo cualquiera? A mí me han dicho loco, hermano, hermanito, perro, compadre, compa, compare, cumpa, máster, maestro, profe, doctor, míster, amigo, amigazo, flaco, joven, compañero, socio, socito; y en circunstancias especiales también weón, mono, mono ql, chetumare, y cosas más groseras.
Respecto de las mujeres, he escuchado mucho amiga, señora, dama, gaia, loca, weona, hermana, compañera. Pero el “socia” no me había tocado. Pero puede ser un tema generacional. Porque yo soy más ochentero. No es que ande por la vida diciendo a cada rato “grosso” o “taquilla”, pero debo ser más antiguo. Supongo que si el Presidente se refiere a las mujeres desconocidas como “socias” estará bien.
Ahora, lo que sí me dejó perplejo fue la otra parte de la conversación: el “entonces salga de acá”.
Hubiese sido distinto si el jefe de Estado hubiese dicho “váyase de acá”. Porque el “váyase” no supone pertenencia, derecho de propiedad, pero el “salga” sí. Y creo que por eso se ofendió la señora de Cerro Navia y le dijo “estoy en mi comuna”.
Me explico.
Si uno dice “váyase de mi casa”, debe enfatizar el “mi casa”, para defender el derecho a decretar la expulsión. En cambio, cuando uno dice “salga de acá” está dando por hecho que usted es un intruso. Sé que son matices, pero el diablo está en los matices. Y la señora se ofendió con el Presidente.
¿Se acuerdan del señor del lago o de la mujer que ofreció balas a turistas? Ambos decían “salgan” o “los voy a sacar”.
Entonces, cuando el Presidente dice “salga de acá”, ¿a qué se refiere? ¿Era solo un “salga de mi vista” o era un “salga de este territorio”? ¿Y si la mandó a salir de un territorio específico, se habrá referido a la vereda, a la comuna, a la región, al país?
¿Fue un “salga de mi Estado social y democrático de derecho, plurinacional, pluricultural y ecologista”? ¿Y todo eso porque le dijeron “amarillo”?
¿Es que ahora es un insulto ser amarillo, hay que recibir ese adjetivo como si fuese un escupitajo? Parece que así lo sintió el Presidente, porque de lo contrario no me explico su “salga de acá”, que también se vio como un escupitajo.