Hay que cuidar a nuestro Presidente. En serio.
Su gobierno arrancó a tropezones, con chascarros y también con cosas graves, como el episodio vivido por la ministra Izkia Siches en su intento fallido de entrar a Temucuicui.
No ha sido miel sobre hojuelas, como se pensó. Ni siquiera sé si el Gobierno ha podido disfrutar de la tradicional “luna de miel” de la llegada al poder o si esta más bien se transformó en “luna de hiel”.
Por eso hay que cuidar al Presidente. Y esto no lo digo por el propio Gabriel Boric, quien sabe cuidarse solo. Después de cometer algunos errores en las festividades por el cambio de mando, como echarle la culpa injustamente al rey de España de retrasar la ceremonia en el Congreso, prefirió guardarse y estar callado el resto de la semana. Ni siquiera respondió cuando un locutor de radio español hiperventilado lo trató de “merluzo” (bobo) por el incidente protocolar con el monarca. Y eso está perfecto. El mandatario no debe descender a esos infiernos.
Son quienes rodean al Presidente los que deben ser más cuidadosos, para no arrastrarlo al desprestigio.
Tiene que tener cuidado Mario Marcel cuando les cobra a los parlamentarios que votaron a favor de los retiros de fondos de pensiones los efectos nefastos sobre la economía. Esta semana lo hizo y fustigó a los que decían que las advertencias al respecto eran “campaña del terror”. El problema es que ¡el Presidente Boric votó a favor de los retiros y acusó “campaña del terror”!
Tienen que tener cuidado la ministra Izkia Siches, el ministro Giorgio Jackson y el subsecretario Manuel Monsalve de discrepar en público sobre si hay o no “presos políticos mapuches” en Chile. ¡Porque el Presidente Boric dijo que Celestino Córdova, acusado por la fiscalía y condenado por los tribunales por el crimen del matrimonio Luchsinger MacKay, era un preso político! ¡Por qué diablos ventilan asuntos incómodos para el mandatario!
Tiene que tener cuidado el ministro de Economía cuando se junta con las personas que perdieron sus locales en las inmediaciones de Plaza Italia después del estallido del 18-O. Fue un lindo gesto que les pidiera perdón en nombre del Estado. El problema es que en los días en que sus comercios eran saqueados y quemados el actual Presidente increpaba en la calle a los militares que buscaban precisamente que no les quemaran y saquearan sus comercios. Otro tema incómodo para sacar a colación en los primeros días de mandato.
Le comenté esto a un conocido que ayuda en las comunicaciones del Gobierno. Me agradeció y me dijo que para enmendar el rumbo estaban fijándose en el manejo del Presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que les parecía insuperable. “Comparten la juventud, la popularidad, la empatía… Si la cosa se le pone dura a Boric, podrá emular ese ejemplo”, me dijo mi amigo asesor.
Me quedé pensando. La idea no es mala. Pero tiene el mismo problema de los otros gaffes de esta semana: pone el foco en un asunto incómodo para el Presidente. A alguien que durante la peor crisis de violencia vivida en Chile en décadas gritoneó en público a militares —mandados a poner orden y que no podían defenderse— le costará convertirse en el Zelenski chileno. Habrá que darle otra vuelta al “Plan comunicacional Boris Boricinski”.
Mientras tanto, a cuidar al Presidente. En serio.