Se han propuesto toda clase de ideas descabelladas. Una mezcla de orgía refundacional con utopías infantiles. Desde una “Asamblea Plurinacional” en reemplazo de los tres Poderes del Estado a la prohibición de fertilizar a menos de 12 kilómetros de una población humana. Entre medio, decenas de propuestas absurdas, insólitas o francamente demenciales.
Algunos han llamado a la calma, dicen que todavía no empiezan a operar los 2/3. Es cierto.
Otros dicen que solo se trata de minutos de fama de convencionales que la prensa ha exacerbado. Es falso (porque muchas cosas han sido aprobadas en la comisión respectiva, como por ejemplo la nacionalización del cobre).
Algunos plantean que “se está tratando de desprestigiar la Convención” y que la cobertura mediática ha estado solo detrás de estas normas polémicas. Es falso, porque se trata de lo que está primando al interior de la Convención.
Entre medio, pareciera olvidarse que Chile en todos los índices lleva la delantera en la región, y que incluso en desigualdad han existido progresos reales.
Se dice que la actual Constitución no consagra los derechos sociales, pero la paradoja es que probablemente uno de los mayores derechos sociales que existen en Latinoamérica, la Pensión Garantizada Universal, ha sido instaurada hace pocas semanas bajo la actual Constitución. Es decir, parece ser que no se necesita una nueva Constitución para establecer derechos sociales.
Si es que ellos existen...
No hay que olvidar que en los países con mayor número de derechos sociales en su Constitución —Ecuador, Cabo Verde, Venezuela, Armenia, Angola—, sus habitantes no gozan de ellos. Todo derecho social consagrado queda simplemente en el papel si no hay gestión y si no hay recursos.
Entonces hay algo que va mal encaminado. Y muy mal encaminado.
La vieja frase de Shakespeare en la que el príncipe Hamlet escucha a su centinela pronunciar: “Algo huele mal en Dinamarca”, lleva siglos dando cuenta de cosas que en política no marchan bien. Este es uno de los casos más claros.
Como dijo el futuro ministro Jackson: “Hay cosas que parecen loquísimas”. Y vaya que es cierto. Es cierto que agregó que hay otras que parecen razonables, pero de esas se han visto pocas.
Quienes votaron Rechazo orgullosamente dicen que ellos tenían razón. Que todo lo que ocurrió es culpa del Apruebo. Pero no se dan cuenta de que hay una falacia de composición y una responsabilidad grande de lo que está ocurriendo, porque el haber enclaustrado a la derecha en el Rechazo fue un gusto que costó demasiado caro, y es la causa de que la Convención tiene una composición que no representa la sensibilidad del país. Basta dimensionar que la derecha dura que votó por Kast es 44% y en la Convención tiene menos del 30.
Es que ese plebiscito de entrada no debió ocurrir. Y una vez que ocurrió, debió haberse hecho irrelevante.
Pero las cosas son como son.
Otros culpan a Piñera de “haber entregado la Constitución”, pero la verdad es que el itinerario constitucional dio un camino en una crisis sin precedentes. ¿Qué otros caminos quedaban? Y el itinerario contemplaba elección de convencionales y 2/3, pero el “Rechazo” de la derecha los metió en la trinchera y no les permitió jugar el partido.
Más responsables de lo que está ocurriendo es el haber bajado los límites de los independientes. Con 101 independientes de 154 se hará muy difícil llegar a acuerdos. Se muestra cuán necesario son los partidos políticos, cuánta fantasía existe en torno a un “independiente” siendo que nadie lo es salvo un marciano.
¿Qué se puede hacer ahora (considerando aquello que un viejo constitucionalista francés dijo hace muchos años: “Una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo, una mala sí puede hacerlo infeliz”)?
Hay cuatro posibilidades:
Que la Convención se modere y se busquen acuerdos razonables que establezcan marcos generales sobre los cuales la política juegue en el futuro. Poco probable.
Que se logren 2/3 para aprobar las normas “loquísimas”. Poco probable.
Que no se logren 2/3 en muchas normas y que la Convención definitivamente fracase. Probabilidad media.
Que haya acuerdo en torno a los 2/3 en normas que dejaron de ser loquísimas pero que sí son muy malas (por ejemplo, cualquier norma que deja de nacionalizar la minería parecerá moderada, cuando es probable que no lo sea). Probabilidad media.
Así las cosas, sometida a votación, el resultado de salida no es claro. Es perfectamente asumible que el 44% de Kast votará Rechazo, pero es esperable que sean muchos los que logren dar 6 puntos porcentuales para detener el salto al vacío.
Si ello ocurre, al día siguiente habrá que pensar en el plan B. Y, tal vez —las paradojas del destino—, el plan B será el proyecto constitucional de Bachelet. Un plan B que comienza con la B de Bachelet.