Señor Director:

En su respuesta de ayer, Claudio Alvarado concuerda en el rol decisivo de la fragmentación y debilidad partidista en las democracias, y pregunta por la relación entre estas y el régimen de gobierno.

Ningún régimen de gobierno por sí mismo evita la fragmentación (ejemplos: Perú, Chile y Bélgica), y para contenerla no basta un nuevo sistema electoral. Esto, ya que el Congreso puede cambiar su propio sistema de elección, y por tanto eventualmente se impondrá el que les sea más cómodo a sus miembros.

Chile tiende a la fragmentación: la ciudadanía valora que los parlamentarios formen su propia opinión caso a caso e independientemente de las órdenes de sus partidos, hay bajo interés por conocer mejor las propuestas relevantes a costa de obviar las opciones minoritarias, y existen escasos beneficios parlamentarios por actuar de forma coordinada (especialmente en la oposición). Volver al sistema electoral binominal o pasar a uno mayoritario es improbable y aun así eventualmente volveríamos a uno proporcional.

El caso peruano muestra cómo la fragmentación no se acaba con el sistema semipresidencial, y el chileno, cómo el presidencialismo es insuficiente para evitarla. El régimen de gobierno es solo una parte del sistema político.

Gonzalo Valdés
Director ejec. Centro de Políticas Públicas UNAB