Una semana dicen que vuelve a Barcelona como parte de una negociación no muy específica. Pero no, parece que el DT Xavi tiene otras opciones en mente. Otra, que se va a Everton “gratis”. Difícil. Valentín Castellanos, el último máximo artillero de la MLS, es la real obsesión de los ingleses. Y después, todo parece haber sido solo una jugarreta periodística, porque el entrenador de Inter, Simone Inzaghi, sale a decir —tras una soberbia actuación del jugador en cuestión— que tiene en su equipo a una joyita que no quiere dejar ir bajo ningún punto de vista.
Es el vaivén de Alexis Sánchez. El que ha vivido de manera casi constante en los últimos cuatro años, específicamente desde que salió de Arsenal para enrolarse en Manchester United e iniciar así una sufrida historia que hoy lo tiene, a los 33 años, enquistado en un Inter de Milán que parece un día considerarlo una moneda de cambio y al otro, una figura inmensa, llena de magia y talento.
Pero de verdad, ¿en qué momento está hoy Alexis Sánchez en el concierto mundial? ¿Sigue siendo una figura reconocida y admirada? ¿O ya es un veterano que está viviendo sus últimos días en la élite? ¿Es “Maravilla” o solo es el viejo Alexis?
La verdad es que parece estar en medio de ambos extremos. O mejor dicho, recorriendo el camino entre uno y otro.
Alexis Sánchez, sin duda, dejó hace rato de ser el “cabro chico bueno para la pelota” que emocionaba porque removía el alma más auténtica del futbolero con sus cachañas atómicas e impredecibles. Hoy, cuando ha recibido influencias dogmáticas de entrenadores como Guardiola o Wenger, es un jugador que busca la eficiencia táctica no como sustituta de la inventiva, pero sí como su salvaguardia.
Alexis ahora tiene techo, dejó de ser, como decíamos siempre, un proyecto de insospechados límites. Su triunfo hoy es captar la atención cuando es requerido, sobresalir en algunos momentos, revivir, aunque sea a ratos, esa insolente manera de jugar que mostraba en Cobreloa, en Colo Colo, en la selección de Bielsa, Borghi y Sampaoli, tal como lo hizo el domingo ante Lazio.
Con eso, él y sus seguidores están más que pagados.
¿Que aún le quedan luchas por dar? ¿Que no es un jugador en período de extinción?
Por cierto. Alexis Sánchez hay para rato. Pero sin duda, de ahora en adelante, todos deben saber cuáles son las batallas que le conviene dar. Porque el tiempo corre inexorable, incluso para él.
Para empezar, el gran objetivo debe ser seguir siendo una pieza importante de su equipo. No la estrella, no la figura más brillante, sino la más eficiente, la que mejor entienda las necesidades del equipo. La que, en definitiva, obligue a su entrenador a considerarlo en cada partido. Que le ponga tarea, al menos.
La otra lucha de Sánchez es pensar y elegir cuáles son los mejores pasos que puede dar en los próximos años, los últimos de su carrera. Debe determinar qué le conviene más: ¿irse a un equipo top donde juegue solo a ratos? ¿O emigrar a una escuadra no tan de élite, pero donde él pueda ser una de las grandes figuras?
Eso lo tendrá que ver y analizar él. Nadie más que Alexis entiende lo que le conviene más.
Solo debe saber una cosa: siempre será nuestro eterno cabro chico.