Señor Director:

No deja de impresionarme la audacia desplegada en la carta enviada por el abogado y docente Hernán Corral, que fue publicada por este medio el 18 de noviembre. En dicha misiva, Corral insiste en que la Constitución debe hablar de la familia —hombre y mujer unidos por el matrimonio— y que el uso plural del concepto impediría al sistema público incentivar esta forma de unión estable y comprometida. Se esperaría que el profesor considerara que no es tarea del Estado incentivar un tipo de familia y que la estabilidad y compromiso son valores que muchas familias comparten, sin estar casadas e incluso sin tratarse de familias heterosexuales.

Al Estado le corresponde reconocer y proteger a todas las familias, independientemente de su composición. De hecho, es así como lo han entendido no uno, sino todos los poderes del Estado en distintas oportunidades. Insistir en forzar a las familias a un modelo único es un sinsentido que no fortalece a nadie, sino que elimina de la conversación y del acceso a derechos a los núcleos que se forman, por ejemplo, por una pareja de hombres o una pareja de mujeres.

Hoy, familias no tradicionales, pero sí reconocidas por el Estado —como es mi propia familia— no solo están unidas por la ley, sino que también por hijos. Protegeremos a nuestras familias y accederemos a todos los derechos, incluyendo matrimonio civil, filiación, adopción y todos los derechos sociales que corresponden a cualquier familia. Esto se lo prometo: estaremos en cada instancia que permita la real inclusión de la diversidad sexual y de género en la nueva Constitución.

Isabel Amor
Directora ejecutiva Fundación Iguales