Esa es la pregunta que se formula Daniela, una de las cuatro protagonistas de Horario de visitas, la más reciente novela de Patricia Andrade, un nombre poco conocido en el medio literario nacional, pese a haber publicado otros ejemplares; esto es una injusticia enorme, pues Andrade muestra talento, es sólida, en ocasiones muy desenvuelta y, al menos en Horario de visitas, da la impresión de poseer una prosa fluida, límpida, completamente accesible para el lector corriente. Según lo que expresan sus editores, el corpus de Patricia Andrade está caracterizado por la preponderancia de mujeres en su temática: ellas ocupan un papel esencial en sus ficciones, dando rienda suelta a las emociones, sentimientos, fantasías, a seres desamparados o que pasan por una crisis profunda en su vivir. Se trata siempre de personas aparentemente habituales, usuales, reconocibles para el lector como algo privativo, cabal, exclusivo. Andrade ha dicho textualmente: “Escribo desde mi condición de mujer, con conciencia de género”.
Como ya lo dijimos, Horario de visita es protagonizada por cuatro mujeres: Daniela, ya mencionada antes, y Mirta, Xiomara y Rosario. Los siete capítulos de esta ficción están relatados en primera persona y este puede ser el principal escollo de Horario de visita: si bien cada episodio va encabezado con el apelativo de la hablante, llega un momento en que no sabemos quién cuenta el cuento, quién revela sus sueños, quién se está dando a conocer. En efecto, las voces de los personajes, sin ser monótonas y aburridas, tienden a la uniformidad, al discurso indiferenciado, a cierta planicie expresiva; en suma, nos encontramos con un texto rico y variado, pero que tiende a la similitud.
Horario de visita se encuentra compuesto por los tópicos ya descritos y, sobre todo, por el manejo de los diálogos, en los que Andrade muestra gran pericia, pues siempre son entretenidos, a ratos irónicos, de manera que los sucesivos incidentes resultan muy atractivos, ya que nuestra escritora muestra absoluto dominio en su tratamiento y son, además, plenamente creíbles. Hay que agradecerle que en ellos emplee un español fino, correcto, por momentos muy elaborado, vale decir, coloquiales, pero sin recurrir a la jerga chabacana, a los metalenguajes en boga, ni tampoco a las frases trilladas y vulgares, que suelen conformar la jerigonza presente en tanto autor o autora que hoy edita en Chile. En efecto, Andrade se manifiesta en forma elegante, sin caer, al menos en el libro que estamos reseñando, en la estridencia, la grosería, el mal gusto, ni tampoco a la obscenidad o el talante desaforado, todos aspectos que encontramos en la narrativa de hoy.
El punto de partida de Horario de visita es un anuncio de suicidio, aparecido en Twitter, que da lugar a la acción. En adelante, tendremos la descripción de aventuras, incidentes, diversos sucesos manifestados mediante la realidad virtual. Sabemos de sobra lo que son las llamadas redes sociales y los extremos a los que suelen llegar las personas cuya única forma de exponerse o manifestarse está basada en las infinitas variantes creadas a partir de computadores. Desde luego, Andrade conoce bien ese territorio y aun cuando no abuse de él, tanto las protagonistas como los demás personajes están pegados a aparatos de la actual tecnología. Sin embargo, la creadora parece que no ve el derroche al que puede llegarse mediante esta nueva cultura, pues buena parte de Horario de visita descansa en la exteriorización de símbolos, neologismos, dibujos, memes, reducción de palabras o simples avisos primitivos que, en lo fundamental, son casi formas de vida de los jóvenes. Como sea, Horario de visita consiste en los sucesivos avatares de Daniela, Mirta, Xiomara y Rosario, junto a otros actores que pueblan esta singular y muy lograda novela. En este sentido, tenemos un rico y diverso entrelazamiento de vidas, un complejo tejido de estados de ánimo, de volcamiento de sensaciones íntimas, de hablar, de lo muy espiritual a lo lisa y llanamente visceral. Es difícil resumir, en un título breve, el laberinto de la mente femenina, evidenciado cada vez que una de las protagonistas toma el uso de la palabra. En realidad, Horario de visita tiene tantos y tan contradictorios matices, que uno puede sentirse asombrado frente a la opulencia de sus dichos y hechos. En otras palabras, el volumen se edifica, de manera decisiva, en la exposición exaltada de introspecciones que salen a la luz.
Por último, la pregunta que se hace Daniela con la que iniciamos esta reseña, es reflejo de sucesivas preguntas que se hacen los demás y, en última instancia, una interrogante que nos acecha a todos.