Paula Hawkins (1972) trabajó como periodista por mas de quince años, previos a su paso a la ficción. Nacida y formada en Zimbabue —ex Rodesia del Sur—, se instaló en Londres en 1989 y desde entonces reside en la capital británica. Su nombre se internacionalizó al publicar La chica del tren y luego se consagró con Escrito en el agua. Durante los últimos años, sus títulos han permanecido entre los más leídos del orbe, con más de veintisiete millones de ejemplares repartidos en una veintena de países. Hawkins, sin buscarlo, se ha transformado en uno de los fenómenos editoriales de la pasada década.
A fuego lento, su tercera novela, ha batido récords de críticas positivas, ampliamente merecidas y vale la pena citar algunos fragmentos dedicados a A fuego lento: “endiabladamente inteligente”; “es mejor de todo lo que uno puede anticipar”; “personajes como nosotros y temas profundamente conmovedores”; “un final brillante”; “Hawkins consigue que sospeches de todos sus caracteres”; “un thriller con giros brillantes”; “posee vuelcos impredecibles, aun cuando es profunda, inteligente e intensamente humana”, etcétera.
El punto de partida de A fuego lento es el descubrimiento de un bello, muy atractivo y problemático joven, Donald Sutherland, asesinado en forma bestial en una habitación flotante de Islington, en el norte de Londres, lo cual desencadena suspicacias en torno a tres mujeres: Laura, la chica conflictiva que estuvo con la víctima el día en que murió; Carla, todavía de luto por el fallecimiento de un familiar, es la tía del joven; Miriam, por su parte, es la fisgona, entrometida, chismosa vecina que esconde información sobre los reales sucesos a la policía. Son tres damas que no guardan relación entre sí, poseyendo diversos vínculos con el mártir. Laura, Carla y Miriam, por múltiples razones que el lector desentrañará poco a poco, viven inmersas en el resentimiento, con secretos que arrastran por décadas, con heridas ancestrales y que, de forma intensa, dolorosa, apesarada, aguardan el momento de resarcirse del perjuicio, detrimento y menoscabo que se les ha infligido.
La trama de A fuego lento transcurre en un sector específico de la urbe londinense y antes de iniciarse la cadena de hechos sangrientos, truculentos, a veces, de frentón en extremo violentos, Hawkins nos proporciona un mapa y con señalizaciones específicas, del área y los pequeños barrios, donde se desencadenarán la furia, la virulencia, la brutalidad, el salvajismo, la rabia de un conjunto humano, aparentemente civilizado, que lleva vidas paralelas, enmascaradas, encubiertas, que forman el todo y la parte de A fuego lento.
Esta narración enérgicamente personal y a la vez coral, descansa en lo que podríamos llamar literatura de la literatura, en la especie, un relato negro dentro de otro. Un actor central es el escritor Theo Myerson, quien ha publicado el inmensamente logrado ejemplar que tituló “La que se escapó”. Ello le acarrea innumerables problemas, tanto familiares, como individuales. Su mujer, Carla, está separada de él a raíz de trágicos accidentes interpersonales; mientras que Miriam lo demanda porque Myerson habría aprovechado el conocimiento de sus memorias. Los agentes del cronista especializado en describir acontecimientos truculentos, le envían reiteradas misivas, detallándole la futilidad de sus esfuerzos, y sobre todo subrayando un factor muy importante: en caso de persistir en sus presuntos derechos de autora, Miriam enfrentaría, con total certeza, el pago de indemnización de perjuicios y costas procesales, por demandar a su exmarido, quien, presuntamente, habría utilizado material privado de Miriam para sus confecciones novelescas.
Así, A fuego lento deviene un artefacto libresco que posee diversas perspectivas: la radiografía de un conjunto humano heterogéneo, dispar, complejo, que constituye uno de los aspectos fundamentales de la presente sociedad isleña; al mismo tiempo, nos revela lo que la gente es capaz de hacer con tal de ver sus nombres en letra impresa o bien en cualquier medio de comunicación, sea presencial o virtual. Por otro lado, este reciente título de Hawkins, conforma un recorrido por la actual narrativa policíaca en lengua inglesa y, en concreto, los y las novelistas que practican este género, de tal modo que, a partir de “La que se escapó”, tenemos un amplísimo panorama de lo que hoy se edita en el Reino Unido, bajo el engañoso rótulo de “literatura de entretención”.