Mañana se cumplen 178 años desde que el capitán de fragata Juan Guillermos tomó posesión para Chile del Estrecho de Magallanes, por orden del presidente Manuel Bulnes. Su apellido era “Williams”, pero él insistió en castellanizarlo.
Puerto Williams debería ser “Puerto Guillermos”.
En “Memoria Chilena”, (https://tinyurl.com/yj6nck2w), casi me ahogo leyendo las angustias de la goleta “Ancud” navegando en tormentas hasta alcanzar la punta más prominente del “llamado Puerto Famine”, a mediodía del 21 de septiembre de 1843. Habían zarpado casi cuatro meses antes.
Portugueses habían descubierto para Occidente la vía entre el Atlántico y el Pacífico. Fui testigo en 1993 de la emoción del primer ministro de Portugal Mario Soares transportado por nuestra Armada, enfilando desde Punta Arenas por el Estrecho descubierto en 1520 por su compatriota, Hernando de Magallanes.
En 1843, el Estrecho no tenía dueño.
El 21 de septiembre de 1843, a las 2 p.m., escribe el capitán Guillermos, acompañado por artilleros, marineros, “el señor naturalista” y Venancia Elgueta e Ignacia Vidal, mujeres de los astilleros: “… tomé posesión de los Estrechos de Magallanes i su territorio (…) afirmando el pabellón nacional de la República con salva general de veintiún tiros de cañón” (p. 39).
Al día siguiente apareció la fragata francesa “Phaéton”. Su capitán, M. L. Maissin, instaló en tierra su tricolor; el capitán Guillermos se quejó. El francés se excusó: esas tierras no habían sido reclamadas y circulaban libremente navíos de todas las naciones, dijo. Quedaron amigos.
“El señor naturalista” de la expedición era Bernardo Philippi (32), prusiano, hermano del gran científico y educador Rodolfo Armando, director del Museo Nacional de Historia Natural. Como un Carlos Darwin en el “Beagle”, desembarcaba, recolectaba especies, entrevistaba a los cazadores de lobos, anotaba y, lo que más le interesaba, se acercaba a los “indios”, los miembros de los pueblos originarios que aparecían.
Aparecían, primero en el horizonte, encendiendo humeantes fogatas al paso de la “Ancud”. Después, persiguiéndola en chalupas. Y, finalmente, encontrándose en las playas. Amistosos. El diario del capitán cuenta los intentos de Philippi para entenderse. Los chilenos ofrecían “tabaco” y “galletas”; los indígenas, piernas de guanaco.
Explorar implicaba llevar científicos. La geografía no es solo límites, bordes, altitudes, profundidades, suelos y montañas, mares y ríos. La vida se revela, como ese bosque semihundido por terremotos que Bernardo Philippi encuentra rumbo a Magallanes.
La “Ancud” dejó tras de sí colonos en el fundado Fuerte Bulnes.
Bernardo Philippi tenía 41 años cuando regresa. Justo, en el motín del sanguinario Miguel Cambiaso, habían asesinado a siete personas de los pueblos originarios. Hubo represalias, estos incendiaron viviendas y mataron a siete colonos, entre estos, a Bernardo Philippi.
En el Estrecho de Magallanes, de Chile hace 178 años.