Este año y medio de pandemia ha relevado el rol central que juegan nuestros establecimientos educacionales, no solo como espacios de aprendizaje por excelencia, sino también como centros de encuentro y apoyo comunitario que repercuten en el bienestar integral de nuestras sociedades. Hoy, con más del 80% de la población objetivo con el esquema de vacunación completo, estamos preparándonos para asumir un régimen intermodal, esto es, una combinación entre lo remoto y lo presencial e híbrido, ajustado a las necesidades de cada comunidad.
Esta nueva realidad debiera permitir empezar a recuperarnos gradualmente del agotamiento de largos meses caracterizados por dificultades para acceder a nuestros y nuestras estudiantes, niveles reducidos de atención e involucramiento y horarios laborales extendidos, mientras las niñas, niños y jóvenes recuperan los espacios de socialización y contención, tan característicos del mundo escolar.
En uno de sus últimos informes, Michael Fullan —uno de los principales líderes globales en cambio educativo— habla de la pandemia como “una oportunidad sin precedentes para transformar la educación en sistemas completos”, entre otras cosas, a partir del desarrollo tecnológico y una demanda creciente por una educación centrada en cada estudiante. Si bien esta declaración puede parecer un poco optimista, lo cierto es que el período que comienza nos recibe con un manejo inesperado de herramientas tecnológicas (que siempre fueron un desafío) y una mayor conciencia y dominio de habilidades de apoyo socioemocional de parte de los equipos escolares.
La pregunta es cómo, aprovechando este nuevo escenario educativo, nos preparamos para avanzar hacia pedagogías que permitan dar un rol más activo a nuestros y las y los estudiantes sobre su proceso educativo, así como equipos escolares más centrados en el trabajo colaborativo y en red, impulsados a la vez por el cambio tecnológico. Desde nuestras áreas de especialidad, las instituciones que impulsamos la Red de Escuelas Líderes hemos podido acompañar en estos meses complejos a alrededor de 200 establecimientos de educación inicial y escolar y, como red, hemos hecho un esfuerzo por compartir nuestros aprendizajes y apoyar el proceso de evaluación de escuelas y liceos del país. Próximamente, iniciaremos una serie de diálogos territoriales que buscan ampliar nuestras estructuras de colaboración y ámbitos de acción en red.
Los cambios que vienen son grandes y todavía inciertos para las familias, docentes, educadoras, equipos técnicos educativos y profesionales. En cualquier caso, será fundamental pensar junto a las comunidades educativas en las nuevas soluciones, no solo para abordar las brechas socioeducativas que ha profundizado la pandemia, sino también para crear nuevas condiciones que nos permitan avanzar en las transformaciones requeridas para el desarrollo de procesos formativos coherentes con los requerimientos de la sociedad del siglo XXI.
Eugenia Camazón
Gerente social Fundación Minera Escondida
Isidora Recart
Directora ejecutiva Fundación Educacional Arauco
Marcela Marzolo
Directora ejecutiva Fundación Educacional Oportunidad
Hernán Araneda
Gerente Centro de Desarrollo Humano, Fundación Chile