Señor Director:

Implacable ha sido el paso del tiempo con la “Batalla de Chile”. Lo que en su momento se aplaudió por denunciar los crueles excesos de la dictadura, ha terminado por mostrar sus propias exageraciones y una visión unilateral del proceso de la Unidad Popular.

Lo que se premió entonces fue sobre todo la indignada reacción del mundo entero ante el golpe de septiembre de 1973. Pero no se tomó en cuenta la ninguna mención en el filme de la intolerancia y la incapacidad de diálogo de quienes creían que el triunfo de Salvador Allende les daba derecho a imponer unilateralmente una nueva sociedad. La película es un homenaje a un proyecto brutalmente frustrado, pero en el cual no hay matices y se repite una sola voz (“la del pueblo”) y una sola consigna: “la alianza de Estados Unidos y la derecha chilena”.

Figuras señeras, que desde esos años clamaron infatigablemente por la necesidad del diálogo y el respeto de los derechos humanos, casi no se mencionan. Tampoco se dice que quienes protestaban en la calle no eran solo los partidarios de la Unidad Popular, sino también quienes estaban en contra. Tampoco se explica —salvo de manera muy sesgada— que la oposición no se limitaba a Patria y Libertad.

La “Batalla de Chile” no es una obra maestra, pese a la profusión de premios que recibió en su momento. Es más que nada un recuento unilateral de una crisis profunda y dolorosa. Era necesario que se conociera, pero ello no puede ser al precio de olvidar el contexto de esos años. Tampoco se puede obviar que lo mucho que hemos sufrido desde entonces nos permitió madurar como sociedad. Sería grave que tratáramos de borrar la historia con todas sus complejidades y perdurables lecciones.

Abraham Santibáñez
Periodista