Reconozco que he recibido ayudas y bonos del Estado.
Siempre exponiendo claramente mi situación porque no busco nada injusto, tampoco saltarme la fila y menos falsear datos o mentir.
Jamás perjudicar al prójimo.
Hay actitudes que no entran en mi condición y mentalidad de chileno.
Partí recorriendo, hace ya meses, la maraña de los criterios de elegibilidad y, por algún motivo, siempre califico.
Preferí los trámites online y dar mis datos bancarios, con el fin de evitar aglomeraciones y facilitar el depósito.
Estoy en la Red de Protección Social, en el Bono Alivio Mypes, el Propyme Transparente y si hay alguno extra o adicional, también me apunto.
En las normas de feriantes libres y en la Bolsa Nacional de Empleo, como cesante, que en cualquier momento ocurre, y en la OMIL (Oficina Municipal de Intermediación Laboral), porque nunca se sabe, y estoy inscrito en asignaciones, becas, apoyos, fondos, préstamos sin devuelta y donde veo la palabra solidaridad, pues bien, ahí me meto.
No me despego del clic donde afirman que algo no es reembolsable.
Tampoco del link donde se prometen cupos especiales.
Sigo como galgo las variadas modalidades de ayuda.
A la pregunta de si el solicitante padece algún tipo de discapacidad, mi reflexión es profunda: aún no diagnosticada, pero la respuesta es sí. En pro de la honestidad, exploré decir que no, pensando en que aguardo el diagnóstico y aún hay tratamiento.
Hay que buscarle el lado.
He sido empresario, microempresario, pequeño empresario, empresario insignificante, aproblemado, endeudado y quebrado.
He navegado por un mar de subsidios permanentes, ocasionales, esporádicos y mientras dure la pandemia.
Estoy en el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), donde debí ajustar un grupo familiar cambiante y dinámico. Es cierto que mi padre y madre no están conmigo, pero los recuerdo con tal cariño, que en cierta forma aún siguen a mi lado. La razón dice que no debería incluirlos, pero el corazón señala algo distinto. Actúo con limpieza y no mancho el formulario online: pongo a uno nomás.
He investigado los requisitos hasta el infinito, y si no cumplo por acá, trato por allá, si no es por ese lado, será por acullá o por la puerta de la cocina, cualquier ventanuca sirve y nunca he sido claustrofóbico, lo digo por si hay chimenea.
Como chileno honrado no soy tonto ni quedado ni pavo.
No me resto al clamor nacional, la pandemia fue y es universal, que es lo que pasa cuando llueve: todos se mojan, y si todos lo hacen y piden, también lo hago yo.
Nunca una mentira, eso sí les digo.
En cada solicitud, uno fue el mandato moral: la verdad por delante. Sin engaños ni fabulaciones.
Si preguntan por ingresos mensuales, elijo lo que me ofrecen: “Prefiero no responder”.
Si quieren saber si estoy en el Registro Nacional de Hogares, pincho lo correcto: “Pendiente o en tramitación”.
En cada interrogatorio, selecciono alguna de las alternativas que me están dando:
“No sé”.
“Ninguna de las opciones”.
“Ninguna de las anteriores”
“Otra”.
“Otro”.
Soy alguien como usted: uno más.
Soy un chileno a secas.
Soy persona natural, soy persona jurídica, soy persona.
Reconozco que he recibido ayudas y bonos del Estado.
Siempre exponiendo claramente mi situación porque no busco nada injusto, tampoco saltarme la fila y menos falsear datos o mentir.
Jamás perjudicar al prójimo.
Hay actitudes que no entran en mi condición y mentalidad de chileno.
Partí recorriendo, hace ya meses, la maraña de los criterios de elegibilidad y, por algún motivo, siempre califico.
Preferí los trámites online y dar mis datos bancarios, con el fin de evitar aglomeraciones y facilitar el depósito.
Estoy en la Red de Protección Social, en el Bono Alivio Mypes, el Propyme Transparente y si hay alguno extra o adicional, también me apunto.
En las normas de feriantes libres y en la Bolsa Nacional de Empleo, como cesante, que en cualquier momento ocurre, y en la OMIL (Oficina Municipal de Intermediación Laboral), porque nunca se sabe, y estoy inscrito en asignaciones, becas, apoyos, fondos, préstamos sin devuelta y donde veo la palabra solidaridad, pues bien, ahí me meto.
No me despego del clic donde afirman que algo no es reembolsable.
Tampoco del link donde se prometen cupos especiales.
Sigo como galgo las variadas modalidades de ayuda.
A la pregunta de si el solicitante padece algún tipo de discapacidad, mi reflexión es profunda: aún no diagnosticada, pero la respuesta es sí. En pro de la honestidad, exploré decir que no, pensando en que aguardo el diagnóstico y aún hay tratamiento.
Hay que buscarle el lado.
He sido empresario, microempresario, pequeño empresario, empresario insignificante, aproblemado, endeudado y quebrado.
He navegado por un mar de subsidios permanentes, ocasionales, esporádicos y mientras dure la pandemia.
Estoy en el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), donde debí ajustar un grupo familiar cambiante y dinámico. Es cierto que mi padre y madre no están conmigo, pero los recuerdo con tal cariño, que en cierta forma aún siguen a mi lado. La razón dice que no debería incluirlos, pero el corazón señala algo distinto. Actúo con limpieza y no mancho el formulario online: pongo a uno nomás.
He investigado los requisitos hasta el infinito, y si no cumplo por acá, trato por allá, si no es por ese lado, será por acullá o por la puerta de la cocina, cualquier ventanuca sirve y nunca he sido claustrofóbico, lo digo por si hay chimenea.
Como chileno honrado no soy tonto ni quedado ni pavo.
No me resto al clamor nacional, la pandemia fue y es universal, que es lo que pasa cuando llueve: todos se mojan, y si todos lo hacen y piden, también lo hago yo.
Nunca una mentira, eso sí les digo.
En cada solicitud, uno fue el mandato moral: la verdad por delante. Sin engaños ni fabulaciones.
Si preguntan por ingresos mensuales, elijo lo que me ofrecen: “Prefiero no responder”.
Si quieren saber si estoy en el Registro Nacional de Hogares, pincho lo correcto: “Pendiente o en tramitación”.
En cada interrogatorio, selecciono alguna de las alternativas que me están dando:
“No sé”.
“Ninguna de las opciones”.
“Ninguna de las anteriores”
“Otra”.
“Otro”.
Soy alguien como usted: uno más.
Soy un chileno a secas.
Soy persona natural, soy persona jurídica, soy persona.