El curso de la pandemia en Europa se conocerá en los próximos días. ¿Aumentará, descenderá, se mantendrá? Habrá que verlo, aunque algunos entendidos señalan que ya han aumentado los índices en algunas ciudades. ¿En cuáles? No se dice, pero se trata de localidades donde se jugaron partidos de la Eurocopa.
Como se sabe, en las ciudades que recibieron partidos los estadios fijaron distintos aforos, algunos con el 25% de su cupo total y otros ascendiendo hasta el 100%. El nivel de contagio posiblemente se agudice y ese es el temor de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tal vez los índices de contagio se mantengan, lo que sería muy bueno para el fútbol y el resto de la humanidad, pero debemos esperar a saberlo. Y si suben, tendremos que inquietarnos más de lo que estamos.
La OMS, en cualquier caso, no deberá preocuparse por Chile, pues el fútbol se seguirá jugando sin público, según han resuelto los clubes.
Los temas pandémicos son tan resbalosos, para entendidos, profanos y desentendidos, que tomar partido a favor o en contra de esta decisión es aventurado. En cualquier caso parece razonable, en un terreno tan delicado y peligroso, seguir el consejo de la frase latina “En la duda, abstente”. Y entre meter gente a los estadios y mantenerlos vacíos, mejor dejarlos como están.
En redes sociales la visión es distinta y la decisión está siendo duramente criticada, en el entendido de que el espectador forma parte integrante del fútbol.
Es un punto de vista interesante y en gran parte verdadero. Obviamente, si el fútbol es un espectáculo… el espectador lo integra y lo define. Y es un espectáculo, por lo tanto, no existiría sin el público. Hay quienes dicen, en un sentido muy profundo, que las flores no existirían si no hubiese quien las viera.
Además, el espectador define al fútbol profesional cuando paga por verlo, ya sea en la cancha, en la televisión o donde sea que el precio permita pagar a sus actores y sostener la infraestructura.
Eso por una parte.
Por otro, el que consideraron los clubes, están la situación pandémica y las exigencias que afectan a la organización de ese espectáculo. Bien sabemos que las instrucciones de la autoridad sanitaria no siempre son convincentes. Por ejemplo, se está permitiendo un aforo para personas con pase de movilidad y otro para quienes no tienen su vacunación completa. Lo razonable sería permitir solo la asistencia de ciudadanos vacunados, de modo de disminuir los contagios y alentar a los reacios a vacunarse.
Además, hay muchas razones de las que dan los clubes que parecen más que atendibles ante obligaciones impracticables. Ocho metros cuadrados entre un espectador y otro resulta excesivo, según reclaman. Lo mismo el control del pase de movilidad, que puede verificarse con herramientas que solo posee el Gobierno.
En fin, se trata de un tema complejo. Mientras se resuelve sería bueno buscar solución al tema de la violencia en los estadios, de la que nos hemos visto libres durante este tiempo. Las barras bravas son, hasta aquí, un virus sin vacuna.