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Editorial
Martes 13 de julio de 2021
Protestas contra dictadura cubana
Sin el carisma de Fidel, surgen dudas de la capacidad del nuevo liderazgo para controlar el descontento ciudadano.
Al grito de “Libertad” y “Abajo la dictadura”, los cubanos desafiaron el domingo al gobierno comunista, sin temor a la represión que se desató de inmediato, luego de que el heredero de los Castro, Miguel Díaz-Canel, diera a sus partidarios la orden de “combatir” a los manifestantes. En Chile, el Partido Comunista mostró su peor cara al “repudiar” lo que llamó “acciones de interferencia” y “agresiones norteamericanas”, y solidarizar con el gobierno de la isla. Con ello, los comunistas chilenos ratificaron su línea de defensa de regímenes dictatoriales de izquierda como el de Venezuela. En el caso de Cuba, es tan fuerte ese lazo que la colectividad chilena no dudó en fijar su línea horas antes de que su candidato presidencial participara en un decisivo debate de primarias donde el tema previsiblemente sería tratado y lo pondría en incómoda situación, como se analiza en esta misma página.
Desde 1994 no se habían visto en Cuba manifestaciones como estas, que tuvieron lugar en La Habana y en una veintena de ciudades y pueblos, y cuyo preludio fueron en noviembre las protestas de intelectuales y artistas. Las manifestaciones de hace 27 años respondieron a la precaria situación que se vivía luego del derrumbe de la URSS, que puso fin a los subsidios soviéticos. La presencia de Fidel Castro fue entonces crucial para sofocar las protestas, pero el nuevo liderazgo —si bien tiene poder policial y militar para reprimir— carece de la legitimidad y el carisma del comandante, lo cual hace surgir dudas sobre su capacidad política para controlar el creciente descontento, que se hace viral en las redes sociales.
Son varias las causas del malestar, pero destacan, además de la falta de libertades políticas, la crisis económica y sanitaria. Si bien el régimen pudo demorar la expansión del virus, en parte por su aislamiento y la caída de la movilidad internacional, estas últimas semanas los contagios no han dado tregua a un sistema de salud colapsado, que enfrenta escasez de medicamentos e insumos hospitalarios básicos. La vacunación es lenta —menos del quince por ciento de la población está inmunizada— y con fórmulas desarrolladas en la isla que aún no tienen validación internacional. Unos 250 mil contagiados y poco más de 1.500 muertos son los datos oficiales, pero no darían cuenta de muchos decesos en los hogares, sin diagnóstico médico.
En cuanto a la grave situación económica, que es anterior a la pandemia, se vio agudizada por la paralización del turismo —principal fuente de divisas—, la disminución de las remesas de cubanos en el exterior, la caída de la producción de azúcar y las sanciones internacionales, especialmente las de Estados Unidos, todo lo cual hizo caer el PIB 11 por ciento el año pasado. Díaz-Canel (y el PC chileno) responsabilizan solo a Washington de las penurias de los cubanos, pero el fracaso del sistema estatista, de economía dirigida, sin incentivos a la iniciativa individual (salvo las escasas áreas donde se permite el trabajo por cuenta propia) es reconocidamente la causa de la pobreza de todos los países que adoptan el comunismo o sus variantes.
Ya el año había empezado con una reforma monetaria que el gobierno dijo era necesaria para “actualizar” el modelo socialista. El fin de subsidios a los servicios afectó los bolsillos, y las alzas de salarios no fueron suficientes porque dispararon la inflación. Los cubanos reclamaron el domingo que pasan hambre, que a pesar de hacer largas colas el alimento escasea y que no hay remedios tan básicos como los analgésicos.
También protestaron por los cortes de energía que Díaz-Canel atribuyó a problemas en las centrales termoeléctricas, quizás consecuencia de los menores envíos de petróleo subsidiado venezolano.
Si las manifestaciones del domingo son el anticipo de una movilización mayor está por verse. Lo probable es que la respuesta dura del régimen desaliente a algunos, pero si empeoran las precarias condiciones en que están viviendo los cubanos durante esta pandemia, será cuestión de tiempo para que vuelvan a manifestarse. Díaz-Canel sacó tropas de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a la calle, y cortó internet, dos armas poderosas para mantener a la población controlada, pero pueden no ser suficientes para acallar a un pueblo desesperado.