Bajo su alero prolífico y celebrando los 65 años de trayectoria, el Taller 99 ha organizado un rico muestrario, representativo del estado actual del grabado en Chile. Así, sobre la base de una obra por autor, seleccionó 20 de artistas cuya influencia ha sido importante para la entidad. Alrededor, pues, de una sola lámina bien determinada y de épocas diversas en cada caso, un grupo numeroso de sus miembros de hoy creó su propio trabajo. La casi totalidad de estos corresponde a nombres nuevos y, prácticamente, desconocidos. En general, llama la atención la independencia con que crea la generación más joven respecto de los modelos propuestos. Al mismo tiempo, la exposición permite apreciar las distintas técnicas utilizadas por el grabado tradicional. Examinar el conjunto dentro del sereno montaje, en el amplio espacio de Lo Matta Cultural, significa una experiencia de veras perdurable.
Siguiendo el ordenamiento propuesto, emergen primero dos grabadores ilustres: Nemesio Antúnez, el fundador del taller, y Roser Bru, uno de sus miembros más admirados. A esta última, además, se le rinde homenaje con un pequeño autorretrato suyo que ejecutó ya nonagenaria, pero todavía en plenitud. Con esta catalana chilena —y su, acaso, Gabriela Mistral— dialoga la novedosa Catalina Silva y sus figuras enigmáticas sobre una diagonal sutil. En cambio, Antúnez cuenta con más seguidores. Entre ellos sobresale la hermosura de la abstracción vigorosa de Isabel Cauas, artista bien conocida. De los dos dialogantes con Gonzalo Cienfuegos, Herminia Delfau obliga a detenerse frente a su calcografía de una mesa compartida por dos grupos heterogéneos de personajes. Asimismo atrae la poderosa imagen que unifica el claroscuro de un varón protagónico y textos borrosos, realización de Pablo Canals en correspondencia con la partitura coloreada de Anselmo Osorio.
El personal Pino II de Lea Kleiner resulta capaz de desencadenar una serie de bellos arbolados, como los de Catalina Izquierdo y el cromatismo vibrante de Cristina Carranza. La niña ensimismada, anímica y físicamente, de Isidora Ortiz nace de una de las maliciosas visiones de Patricia Israel. A Adriana Asenjo, probablemente, habría que considerarla dentro de los 20 modelos a seguir. No obstante, aquí la vemos inspirada en una preciosa estampa con sabor ecológico de Santos Chávez. Pero ella sabe imponerse también con la corporeidad rotunda de su perro doliente frente al par de zapatos. Una apropiación cromática y una tensión dinámica bastante propias exhibe, entre tanto, María Luisa López, respecto del ejemplar de Juan Bernal Ponce. Otros dos nombres muy convincentes, dentro de los numerosos participantes allegados a Eduardo Vilches, corresponden a Pilar Subercaseaux y a Luz María Aguayo. Si ambas traducen en bosques su admiración por el maestro, la primera consigue un interesante claroscuro atmosférico, mientras la segunda tiñe su arbolado de una melancolía casi dolorosa.
En cuanto al testimonio del mundo espacial y sus anticipadas voladoras, de Simone Chambelland, la xilografía Medusa de Macarena Rojas nos lleva a un ámbito visceral al borde de lo repugnante, aunque bien definido y genuino. También se vuelve poco agradable a primera vista esa cuerda o cabellera que, táctil, enrolla Alejandra Correa. Entre los que han preferido las caballerías características de Delia del Carril, Antonia Téllez propone una imagen algo desusada: esa especie de cuerpos frutales u orgánicos dentro de un doméstico envase conservero. Una bien resuelta conjunción de grises transfigura esa aproximación al objeto. Para terminar, no dejemos de anotar el resto de los 20 artistas influyentes propuestos por el Taller 99. Son Irene Domínguez, Dinora Doudtchitzky, Guillermo Frommer, Eduardo Garreaud, Carlota Godoy, Gilda Hernández, Pedro Millar, Ricardo Yrarrázaval. Referirnos a sus seguidores más destacados excedería demasiado el espacio asignado a las presentes líneas.
Galería NAC, en su nueva y muy amplia sede de Américo Vespucio, presenta a la novel artista Antonia Bañados. Las gotas de agua en su choque contra el suelo y, sobre todo, los meteoritos resultan sus personajes —pintados, dibujados, en negra cerámica, como video— más valederos. El resto de las obras más bien aporta heterogeneidad a un conjunto que exigiría mayor depuración. Probablemente acá resulta lo más valioso esa especie de pequeña instalación —la negrura de un cuerpo estelar sobre una superficie triangular— y su metamorfosis a través del desarrollo de un video.
Correspondencias
Grabados en trayectoria
Magnífico conjunto gráfico con atrayentes nombres desconocidos
Lugar: Lo Matta Cultural. La muestra reabrirá presencial una vez que Vitacura pase a fase dos.
Campo del cielo
Muy negros trabajos de Antonia Bañados
Lugar: Galería NAC
Se puede ver en www.galerianac.cl