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Editorial
Jueves 10 de junio de 2021
Alza en matriculados
Las instituciones de educación superior tienen el desafío de explorar métodos alternativos de formación.
Pese a las dificultades que han debido enfrentar las instituciones de educación superior durante la crisis sanitaria, las autoridades hacen un balance positivo de los resultados entregados en el último informe de matrícula de pregrado, que dan cuenta de una recuperación del número de matriculados luego de la caída experimentada el año pasado, superando el millón 200 mil estudiantes, con un aumento de casi cinco por ciento, explicado tanto por el alza de alumnos nuevos —muchos desistieron de postular en 2020 producto de la pandemia y del boicot a la PSU— como por estudiantes que no han podido titularse.
El incremento corresponde también al creciente interés que ha despertado la gran oferta de programas online, permitiendo a grupos etarios mayores acceder a la educación superior. Con una variación de más del 40 por ciento respecto del año pasado en inscritos mayores de 30 años en las universidades, queda de manifiesto la mayor demanda por acceder a una formación a distancia, especialmente en momentos en que hay menores opciones laborales y que se valora una mayor calidad de vida, evitando traslados innecesarios. Asimismo, el aumento de matrículas en programas vespertinos es una tendencia relevante de atender.
Si bien es indiscutible que la formación presencial es irreemplazable en todo proceso educativo, las instituciones han conseguido implementar, forzadas por las condiciones de confinamiento, metodologías de aprendizaje a distancia sin descuidar la calidad de la enseñanza. En este ámbito, se identifican interesantes áreas de desarrollo para estas instituciones, pues, aunque la modalidad online ya estaba muy presente antes de la pandemia, no tenía la validación que hoy ha conseguido gracias a su uso masivo y continuo por más de un año. Todo indica que los métodos semipresenciales serán una forma atractiva para quienes opten por la formación continua como complemento a la actividad laboral o con un objetivo de especialización. El gran desafío es mantener niveles de excelencia equivalentes a los cursos presenciales y perfeccionar prácticas que permitan la participación, procesos evaluadores confiables y eficaces, así como la búsqueda de vías que fomenten una mayor interacción entre profesor y estudiante.
Parece prematuro aún determinar cuál será el efecto que tendrá en las futuras generaciones de egresados este período tan excepcional en la formación de educación superior. Por lo mismo, se espera un pronto retorno a los campus, de manera de evitar la prolongación de una situación que, si bien se ha podido superar mediante las clases a distancia, tiene costos para el estudiante al verse privado de la riqueza que implica formar parte de una comunidad educativa.
Con todo, queda de manifiesto que las instituciones de educación superior tienen el imperativo de explorar métodos alternativos de formación, pues existe una demanda creciente, especialmente en grupos etarios mayores, de actividades complementarias de formación donde se combine la presencialidad con las clases a distancia en jornadas flexibles. La capacidad de adaptación de las instituciones será puesta a prueba y la lección de la emergencia sanitaria lo ha dejado en evidencia.