Hace pocos días se conocieron los resultados del Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA), desarrollado por la Agencia de la Calidad de la Educación. La evidencia es alarmante.
Del currículum priorizado, el cual cubre aproximadamente un 30% del currículum normal, el nivel que alcanzó mayores porcentajes de logro a partir de 6° básico fue precisamente este nivel, con el 47% de los aprendizajes esperados en Matemática y 59% en Lectura. La misma Agencia de la Calidad destaca en su informe que en el sistema escolar habitualmente un 60% de logro equivale a la nota 4,0, es decir, a partir de 6° básico en ambas asignaturas reprobamos en 2020.
Por su parte, los resultados socioemocionales también arrojan información crítica. Por mencionar dos: el 90% de los estudiantes de tercero y cuarto medio sintieron que no asistir presencialmente a sus establecimientos los afectó negativamente en su aprendizaje y, como dice la segunda conclusión preliminar del informe, “los estudiantes muestran interés por mantenerse vinculados con sus establecimientos, especialmente, los estudiantes menores”.
Paralelamente, sabemos que en la actualidad el 34% de los colegios del país que pueden abrir sus puertas para retomar la presencialidad lo ha hecho (solo el 17% de las instituciones con dependencia municipal).
Si acudimos a organismos internacionales que solemos mirar, nos encontramos con que la misma OCDE, ONU, Unesco y Unicef han señalado que es necesario volver a clases presenciales lo antes posible. Cabe señalar que, de acuerdo al catastro realizado por el Mineduc, el 15% de los colegios que volvieron a clases presenciales en 2020 tuvieron algún caso de covid y el 1% tuvo más de un caso.
A partir de todo esto, le pido a la autoridad del color político que sea y la responsabilidad que tenga, el respeto y la promoción por el derecho a la educación. La consigna “todos al aula” parece estar más vigente que nunca. Recuperemos la presencialidad del sistema educativo global de nuestro país (educación superior incluida), exigidas obviamente todas las condiciones para asegurar el resguardo de la vida y la salud de todos los actores educativos. Ya no se resiste el argumento de que sí podemos abrir el comercio y no los centros educativos; que con pase de movilidad sí podemos circular aún en comunas en cuarentena, pero no podemos asistir a clases presenciales si el establecimiento está en una comuna en cuarentena, o el sostenedor no lo estima conveniente.
Invito a todos los actores sociales a ponerle suma urgencia a esta cuestión fundamental, con el fin de no continuar perjudicando el aprendizaje y desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes, relevando una educación de calidad que sea la expresión de su dignidad. Como país, debemos enfrentar juntos esta crisis educacional sin precedentes. Es urgente una visión única y un acuerdo transversal a este respecto. Considerando que el derecho a la educación de calidad y el consecuente deber de educar es de los bienes más altos que a toda persona se adeuda, este asunto es, o debiera ser, uno de los acuerdos mínimos comunes, quizás el más mínimo y común de todos.
Ignacio Hüe W.
Director Centro de Desarrollo Escolar
Universidad Finis Terrae y padre de 8 hijos