Donald Winnicott (1896-1971), psiquiatra y psicoanalista nacido en Inglaterra y de cuya muerte este año se conmemoran cinco décadas, es reconocido por ser el primer psicoanalista pediatra de niños en el mundo. Su relevancia en la actualidad ha generado en diversos lugares del mundo actividades científicas y publicaciones, como una manera de resaltar su obra y su vida.
Una de las principales ha sido la publicación de “Las Obras Completas de Donald W. Winnicott”, editadas en Londres en 2017 por Oxford University Press. Lesly Cadwell y Helen Taylor Robinson, sus editoras, estuvieron a cargo de un trabajo monumental por aproximadamente 20 años, reparando así una deuda con el psicoanálisis inglés y también con el mundo, ya que el autor y su pensamiento ha dado origen a una serie de asociaciones y grupos en distintas latitudes.
En Latinoamérica ha existido, desde hace treinta años, un creciente interés y reflexión sobre sus considerables aportes tanto en su dimensión teórica como clínica. Específicamente en Chile, la asociación Winnicott Chile ha conseguido ser los traductores oficiales de las obras completas de Winnicott para Hispanoamérica, tomando bajo su dirección la titánica tarea de traducir esta obra al castellano. Esta traducción será realizada por psicoanalistas de distintas sociedades psicoanáliticas de Chile y con la colaboración de colegas de Uruguay. De este modo, esta labor constituye un acto interpretativo. Así, por primera vez, se tendrá acceso en nuestro idioma a la totalidad de los escritos del psicoanalista inglés reunidos cronológicamente en 12 volúmenes.
Winnicott permitió con sus propuestas teóricas y técnicas una ampliación relevante de la mirada psicoanalítica, que evolucionó desde un modelo freudiano, desarrollado a partir de la realidad interna, hacia una integración del modelo de lo familiar incluyendo, por lo tanto, lo social (implicado en sus charlas radiales en la BBC durante 23 años y otras exposiciones dirigidas a toda clase de públicos, como lo fueron párrocos, asistentes sociales, profesores, enfermeras, pediatras y médicos) y la realidad material.
Esto va a tener implicancias en diversos aspectos del psicoanálisis. El primero, y de gran relevancia, fue la ampliación de los alcances de la técnica psicoanalítica a pacientes de mayor gravedad que se encontraban fuera de las posibilidades de tratamiento clínico, tal como lo había planteado el mismo Freud. En dicha ampliación, Winnicott va a recuperar para el psicoanálisis clínico lo traumático, con su propia fenomenología. Así, lo social se abre paso dentro de las teorías psicoanalíticas y, por lo tanto, del pensamiento del siglo XX, constituyéndose estas en una herramienta prínceps para el estudio de fenómenos sociales del orden de lo traumático, tal cual está ocurriendo con el Covid-19 y las múltiples crisis que se gestan a raíz del confinamiento y sus efectos en las crisis sanitarias, económicas, políticas, sociales y por supuesto, desembocando todas en las dimensiones de la vida afectiva y psicológica, lo que señala su radicalidad dentro de los albores de nuestro siglo XXI.
Quizás justamente por haber ejercido siempre la pediatría, y por su posterior formación como psicoanalista, fue uno de los psiquiatras infantiles encargados del desplazamiento de los niños y niñas a los refugios en el campo a modo de protección de los bombardeos sobre las ciudades de Londres y Edimburgo, en la Segunda Guerra Mundial. Dicha experiencia abre en su teoría la posibilidad de pensar, desde lo psicoanalítico, el manejo de casos de mayor dificultad en cualquier ámbito clínico, tales como hospitales generales, así como en situaciones de crisis en múltiples niveles, como las que estamos experimentando con el Covid-19.
Otra ampliación que realiza Winnicotte en el psicoanálisis, con el desarrollo de sus concepciones, es que incorpora la posibilidad de un trabajo terapéutico de la violencia y la tendencia antisocial, de gran relevancia para la comprensión de los procesos sociales, así como los procesos traumáticos propios de los tiempos que corren.
No obstante que el pensamiento winnicottiano es, en sí mismo, una apertura a los territorios que señalan las bases de la vida puestas permanentemente en riesgo y, por ende, en sus consecuencias para el sufrimiento humano, el autor no dejó de observar a los niños y abrirse a un pensamiento expuesto a la clínica teórica y socialmente al juego, como un espacio de creatividad, y ligado a la cultura, como un campo de continuidad de los desarrollos de lo humano y el desarrollo del individuo y su felicidad.