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Cartas
Miércoles 28 de abril de 2021
Un elefante en la cristalería
Señor Director:
Respecto de los trabajos que se realizan en la calle Lincoln, en Las Cruces, dentro de una zona típica protegida por la Ley de Monumentos Nacionales y donde se encuentra la casa en la que mi abuelo vivió durante más de 30 años, donde se resguarda y será exhibida a perpetuidad su obra y en cuyo jardín descansan sus restos mortales, vemos con horror cómo no se han contemplado los más mínimos estándares acordes al valor histórico, ambiental y patrimonial del sector y de esta casa-tumba.
Los obras fueron licitadas y autorizadas por la Municipalidad de El Tabo, y una vez más somos testigos de cómo la administración es torpe, insensible, displicente y depredadora. Una vez más vemos cómo se borra con el codo lo que se escribe con la mano del pueblo y su evolución social y cultural, sin respeto ni a la memoria ni al futuro, y caemos en cuenta del desamparo en que se ha dejado a la cultura y al patrimonio.
Desamparo cuando vemos una retroexcavadora destruyendo la calle y pasando a llevar la entrada de la casa de Nicanor Parra; cuando vemos cómo han derrumbado los árboles frente a su tumba, “El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria rodeada de árboles imaginarios…”. Esos árboles, que se encuentran junto a la cerca de madera blanca, que el abuelo hacía pintar todos los otoños, han sido arrasados por este elefante matón, ignorante, ciego y sordo llamado Estado. La excavación física de la maquinaria pesada ha socavado las inmediaciones de los muros de contención del futuro museo. Y también ha desconocido los cimientos de nuestra identidad.
Cuando pienso en quienes vendrán a visitarlo y se encontrarán con una calle devastada por la torpeza, la ignorancia y la desafección total con lo nuestro, con nuestro patrimonio, con nuestra dignidad cultural, con nuestra identidad, me pregunto qué tiene en la cabeza la autoridad que permite esto, porque es evidente que en su corazón no queda nada. Es realmente impactante cómo al Estado de Chile no le basta con dejar al patrimonio y la cultura en situación de calle, sino que además se permite destruir los íconos que por derecho propio aún cautelan nuestra memoria, nuestro medio ambiente, nuestra humanidad.
Cristóbal Ugarte Parra