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Editorial
Lunes 12 de abril de 2021
Calificaciones y ocupación en descalce
Podría existir un desajuste más general entre las habilidades de los trabajadores chilenos y las necesidades de las empresas
A pesar de que la ocupación se ha ido recuperando en los últimos meses, en el trimestre móvil diciembre-febrero aún existían 900 mil personas empleadas menos que en el mismo período del año anterior. Aún más, esa recuperación del empleo en muchos casos es transitoria y obedece a que en los momentos actuales es difícil predecir cuándo se abrirán más y mejores oportunidades de trabajo. No es raro, entonces, como detecta un análisis de la Universidad Diego Portales, que alrededor de la mitad de los profesionales que se empleó en el último tiempo lo haya hecho en una labor para la que estarían sobrecalificados. Tal fenómeno existe incluso en tiempos normales y es relativamente habitual en las más diversas economías.
Así, por ejemplo, un reporte de la OCDE para 2018 muestra que un 17 por ciento de los trabajadores de los países que la integran estaban sobrecalificados en su trabajo. Sin embargo, las diferencias entre países son muy grandes. Por ejemplo, según el informe, en la República Checa solo un 9 por ciento de los trabajadores estaba sobrecalificado, mientras que en Chile la proporción era de 30 por ciento. Hay consideraciones regulatorias que ayudan a explicar esta situación, toda vez que inciden en la mayor o menor rigidez de los mercados del trabajo. En principio, mientras más flexibles sean estos y más competitivos, la mayor rotación y menor duración del desempleo que se observa en ellos producen un más adecuado calce.
Por cierto, mientras mejor es el ajuste entre las calificaciones y los trabajos desempeñados, más productivas suelen ser las economías. Al respecto, cabe considerar que la sobrecalificación en algunos empleos tiende a ir acompañada de una subcalificación en otros. Por cierto, no hay necesariamente una correlación exacta. De hecho, Chile tiene en ese estudio de la OCDE solo un 17 por ciento de personas subcalificadas para el puesto que desempeñan, mientras que la OCDE promedia un 19 por ciento. Esto podría revelar entonces un desajuste más general entre las habilidades de los trabajadores chilenos y las necesidades de las empresas.
Con todo, resulta complejo definir subcalificaciones y sobrecalificaciones, en particular cuando las competencias no son exactamente comparables. En este sentido, por ejemplo, es sintomático otro estudio de la OCDE, Skills Matter, que muestra que las habilidades de nuestros profesionales para el mundo actual son muy deficientes, con niveles que no superan los de personas de la gran mayoría de esos países que solo alcanzaron estudios secundarios. El punto es crítico en una coyuntura como la actual, cuando la pandemia ha acelerado la revolución digital y se hace ineludible una reflexión profunda respecto de qué tan bien preparada está nuestra fuerza de trabajo para esta realidad.