Señor Director:

Debido a la discusión generada en esta sección sobre la eficacia de las medidas para controlar la pandemia, deseo aportar una experiencia personal con la burocracia sanitaria.

El 10 de febrero mi esposa y yo regresamos desde Argentina, con los PCR y toda la documentación requerida por las autoridades chilenas. En el aeropuerto de Santiago, los funcionarios de sanidad verificaron los exámenes, tomaron los datos que ya habíamos dado por internet y nos dijeron que, como extranjeros residentes (mi esposa es alemana y yo soy uruguayo), debíamos guardar 10 días de cuarentena en casa, pero que si a los siete días nos hacíamos un PCR, podíamos salir. Además, nos informaron que a diario íbamos a recibir un correo electrónico de seguimiento y que, si no lo respondíamos, nos visitarían los representantes del ministerio.

Mi esposa recibió a diario el correo de contacto, pero no sucedió lo mismo conmigo, por lo cual al primer día de silencio oficial llamé a Salud Responde, donde una operadora me dirigió a un Cesfam de mi comuna, con un teléfono que nadie contestó. Después de mucho buscar, porque en la página del Minsal no hay una dirección de correo electrónico para contacto directo, escribí al Servicio de Salud Oriente. Desde la Seremi metropolitana llegó la respuesta, pidiéndome todos los datos que ya había dado en el aeropuerto e indicándome que se me haría un seguimiento telefónico. No recibí llamada alguna y al séptimo día mi esposa y yo nos hicimos un PCR a domicilio (a un precio considerable), cuyo resultado negativo fue entregado en menos de 24 horas. Remití copia del examen a la Seremi y mi esposa hizo lo mismo a la dirección desde donde le llegaban los correos de control. Sin tener respuesta alguna, nos “autodeclaramos” libres de cuarentena.

¿Cuántos cientos o miles de casos como los nuestros habrá, incluso de personas portadoras del virus?

Horacio R. Brum
Periodista