Después de nuestra derrota en la última elección presidencial, la Nueva Mayoría, bloque político que gobernó con la presidenta Bachelet en su segundo período, se desarmó.
La Democracia Cristiana adoptó un parcial camino propio tanto en relación con el Gobierno del presidente Piñera como con el resto de la oposición. Esa conducta de la dirección Demócrata Cristiana condujo algún acuerdo legislativo con el gobierno de derecha y en otras iniciativas parciales con el conjunto con la oposición.
Por otro lado, el Partido Comunista, parte del gobierno de la Nueva Mayoría, formó una alianza con el Partido Regionalista Verde Social, denominada Unidad por el Cambio.
En consecuencia, el Partido Por la Democracia, el Partido Socialista y el Partido Radical quedaron aislados de sus dos socios principales. Lo anterior llevó a que el Partido Por la Democracia tomara la iniciativa e invitara al Partido Socialista a formar un bloque político denominado Convergencia Progresista para enfrentar las tareas de la oposición. A ese bloque pidió integrarse el Partido Radical, de tal manera que en la izquierda social demócrata surgió un nuevo bloque político. Durante más de dos años actuamos en conjunto, frente a iniciativas del Gobierno y también, levantando propuestas de políticas públicas que mejoraran o reemplazaran dichas iniciativas. Lo anterior se expresó en decenas de declaraciones públicas y de planteamientos homogéneos frente el acontecer nacional. Además, este bloque empezó a construir una perspectiva estratégica de carácter programático, electoral, social y cultural que tendiera agrupar a movimientos sociales y fuerzas independientes para construir en el futuro una opción de Gobierno a nivel nacional, regional y comunal de una izquierda socialdemócrata.
Las definiciones pendientes en la actualidad en dicho bloque colocan en riesgo su permanencia en el futuro. El primer desprendimiento lo decidió el Partido Radical al adoptar el camino propio en la elección de concejales, llevando su propia lista de candidatos a este cargo municipal, además, dicho partido en materia presidencial también adoptó por su perfilamiento eligiendo a su candidato, Carlos Maldonado, presidente de su partido, como el abanderado presidencial para concursar a la primaria legal de la Unidad Constituyente a efectuarse el 4 de julio. Quiero resaltar que la Convergencia Progresista y sus tres partidos originalmente integrantes lograron el 20% de los votos en la última elección de diputados y diputadas, lo que dependiendo de un trabajo en común, nos colocaba como la primera fuerza electoral en Chile.
En estos días y semanas, en este bloque político, particularmente en el Partido Por la Democracia, se vive una decisión trascendental. Por una parte, el PPD eligió en una primaria ciudadana a su candidato presidencial Heraldo Muñoz, donde quien escribe esta columna fue derrotado, y por otra parte el Partido Socialista proclamó a Paula Narváez como su candidata presidencial y es en esta circunstancia que se abren las opciones que determinan la permanencia o extinción de la Convergencia Progresista hoy día sostenida por solo dos partidos; el PPD y el PS. Si la opción es llevar a Muñoz y Narváez por separado a la primera legal compartiendo ambos la misma visión programática y estratégica de una izquierda social demócrata, el bloque político deja de tener razón de ser, por otra parte, opción que yo comparto, se toma la decisión de llevar una sola persona, Muñoz o Narváez a la primaria legal, se mantiene el bloque con perspectiva estratégica.
Nadie entendería en el mundo político que la Convergencia Progresista llevara tres candidatos distintos a la primera legal, Muñoz, Narváez o Maldonado. ¿Cómo se le podría explicar al mundo político electoral, político, social o cultural que representamos que llevamos tres candidatos o dos candidatos a la primaria legal que a su vez definirá la candidatura que llegará a la primera vuelta presidencial de noviembre?
Hay momentos en la política y en la historia que hay que levantar la mirada y no detenerse en los próximos cinco metros. Lo que está en riesgo de no llegar a un entendimiento socialista y PPD, es clausurar para el próximo período una izquierda social demócrata, sólida, programática y con sentido estratégico.