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Cartas
Martes 23 de febrero de 2021
Asignación de vacunas
Señor Director:
La vacuna contra el covid es un bien escaso, por lo cual se debe racionar. La enfermedad del covid-19 y las vacunas son un problema médico, pero el racionamiento (asignación) es un problema económico. No obstante, los países han preferido un mecanismo sanitario-político para racionar las vacunas, sin ningún rol para el mercado, siendo este un mecanismo eficiente de asignar recursos escasos.
En efecto, los países han priorizado a los trabajadores de la Salud y a los adultos mayores en el proceso de vacunación. Esto es correcto, en la medida que la vacuna protege a los más expuestos (personal de Salud) y los que corren el riesgo de enfermarse seriamente y morir. Sin embargo, también se han usado criterios políticos para asignar vacunas de acuerdo a la intensidad del lobby de distintos grupos. Así, profesores, trabajadores del sector público, parlamentarios, bomberos, etc., han logrado estar arriba en la lista. Un racionamiento político de las vacunas se presta para la corrupción, como lo hemos visto en Perú, Argentina y otros países.
Junto a la distribución gratuita de vacunas por parte del Gobierno, deberíamos permitir también un mercado donde la vacuna pueda ser adquirida por los privados, como ha sugerido el economista John Cochrane. Dado que la vacuna es una tecnología que permite salir a trabajar, los que más la valoran tendrán una mayor disposición a pagar por ella y adquirirla. Así, muchas empresas vacunarían a sus trabajadores y podríamos tener bares, restaurantes y otros servicios que requieren proximidad física operando.
Si la vacuna no solo protege, sino que también reduce la transmisión (lo que no se ha aclarado todavía), permite, al vacunar a jóvenes —que transmiten más la infección— y a trabajadores más expuestos, reducir la tasa de reproducción (R) bajo 1, y así frenar la enfermedad.
En concreto, permitir al mercado operar conjuntamente con la distribución de la vacuna de los gobiernos nos habría evitado, al menos parcialmente, una recesión, caídas de empleo e ingresos, millonarios programas de estímulo fiscal y, lo más importante, muchas muertes.
Luis Felipe Lagos M.
Economista