Señor Director:

El proceso de vacunación que desarrolla Chile se ha transformado no solo en una eficaz política de Estado contra la pandemia, sino también en una manifestación de consenso político y social que debemos valorar.

Es una política eficaz y sensata que requiere una disposición colaborativa y una planificación que haga cumplir la progresión para resolver los factores que tensionan al sistema de Salud, avanzando de modo coherente en el control de los efectos sobre los grupos más vulnerables.

La vulnerabilidad ha sido establecida en directa relación con los factores de riesgo como prioridad, que señalan la experiencia sanitaria y la información científica. Requiere, por lo tanto, de la regla de prioridad que deben dar los expertos, presentes en las instancias que la propia autoridad ha definido como consultivas.

Por estos días, algunos líderes de diversos grupos de interés buscan imponer exigencias de priorización. Deben saber que todos los grupos son prioritarios, porque nuestra población está en la prioridad.

Sin embargo, para cualquier observador responsable es obvio que hay sectores que requieren la vacunación antes que otros, poniendo el foco en la protección de la vida y en el control de la saturación y estrés de los servicios hospitalarios.

En ese sentido, es muy importante que la autoridad sanitaria mantenga coherencia con el diseño estratégico, y que las demandas de prioridad estén en un plano coherente de protección a los más amenazados por la pandemia o en la potencialidad de sectores más susceptibles al desarrollo del contagio.

La coherencia con el diseño estratégico es lo que nos permitirá que el proceso se vaya cumpliendo de modo eficaz, manteniendo una estrategia que controle los efectos de la pandemia y sus derivados sociales y económicos.

Sebastián Jans Pérez
Gran Maestro
Gran Logia de Chile