El Mercurio.com - Blogs : Ajetreos de fin de año
El Mercurio en el tiempo
Domingo 27 de diciembre de 2020
Ajetreos de fin de año
27 de diciembre de 1920
Las temperaturas bordeaban los 30 grados, los estudiantes terminaban sus clases y los grandes almacenes publicitaban sus novedades. Aparentemente, diciembre de 1920 transcurría en Chile con las típicas situaciones de esas fechas.
No obstante, también fue un mes especial. De partida, el nuevo Presidente de la República asumió el mando de la nación un día antes de Nochebuena: “El acto reflejó el intenso afecto del pueblo por don Arturo Alessandri. Con toda propiedad, puede decirse que ha llegado a La Moneda en brazos del pueblo. El entusiasmo era inmenso. Todas las calles centrales fueron el punto de reunión de la población de la ciudad y estaban representadas todas las actividades y clases sociales”, informaba “El Mercurio”.
Cabe recordar, eso sí, que su llegada al poder no había sido fácil. El “León de Tarapacá” tuvo que esperar meses de incertidumbre y “ánimos caldeados” antes de ser reconocido como mandatario electo. Aunque aventajó a Luis Barros Borgoño por solo un voto.
El saliente gobierno de Juan Luis Sanfuentes sorteó hasta sus últimos días de administración dolores de cabeza, como las crisis ministeriales y las huelgas de la zona carbonífera. Sin olvidar otros problemas sociales y económicos: la carestía de los productos de primera necesidad, mendicidad infantil y el recrudecimiento de la epidemia de tifus exantemático.
El ajetreo por las compras de Navidad y Año Nuevo se vivía en el centro de la capital, donde las casas comerciales exhibían exposiciones de juguetes. Pero también hubo ventas ilegales: “En la Plaza Italia se instalaron algunos vendedores, pero como la autoridad no había dado permiso, los expulsó”.
Y, al igual que hoy, en diciembre la gente debía estar más alerta que nunca. Las noticias policiales así lo demostraban y advertían de un nuevo sistema de robo: “Un grupo de rateros ingresó a una casa y dejaron dormidas a sus víctimas valiéndose de una dosis de cloroformo. Los ladrones para llevar a cabo sus fechorías no han trepidado en recurrir a la ciencia médica”.