Las represalias y prohibiciones de China a las exportaciones australianas son señales de alarma, considerando las implicancias de los riesgos por la sostenida dependencia de muchos países de ese mercado y del comportamiento del gigante asiático, que puede transformar asuntos comerciales y técnicos en conflictos entre Estados, debido el control que mantiene el Partido Comunista de China, único y monopólico, en sus empresas.
Australia es el primer socio comercial de China, destino de sus 10 principales exportaciones y fuente importante de inversiones extranjeras. Para China el intercambio con Australia es también significativo, en particular en hierro y carbón para su gigantesco programa de infraestructura, y las agrícolas para sus necesidades alimentarias. Un amplio tratado delibre comercio, ahora transgredido por China, une ambas economías.
Los australianos confiaban obviar desencuentros con China con su cauteloso manejo diplomático frente al autoritarismo, falta de democracia, transgresiones a los derechos humanos, y expansiones territoriales de Beijing. Además, disponen de una sólida institucionalidad, bien dotadas fuerzas armadas, sólida economía y respaldo de Estados Unidos para su defensa, y superiores alianzas de seguridad y comercio con Europa, Japón, Corea del Sur, otras economías asiáticas y la India.
La estrecha relación de cinco décadas que Australia construyó con China comenzó a desmoronarse hace tres años, cuando el gobierno del Primer Ministro Trumbull se sintió “ofendido por la interferencia de Beijing en la política australiana”, revelándose tráficos de influencias y presiones a la prensa provenientes de un fuerte lobby que incluía parlamentarios, altos funcionarios, grandes empresarios y gremios empresariales. Australia debió reaccionar anulando permisos y monitoreando a las inversiones chinas. Más adelante, el gobierno de Camberra apoyó la realización de una investigación independiente sobre el origen y manejo chino del Covid-19.
En venganza, China ha sancionado las exportaciones australianas de carne, madera, algodón, carbón, cebada, vino y mariscos con restricciones bajo el disfraz de infestación de plagas, cambios administrativos, violaciones de las normas comerciales y acusaciones de posible dumping.
Al igual que en Australia, en otros países aparecen defensores y lobistas de los intereses de China, mientras otros dan señales de preocupación y piden tomar medidas para disminuir los efectos no deseados de la dependencia de China. En la materia el gobierno chileno elude pronunciarse, declara seguir una “neutralidad activa” que nadie sabe lo que significa y que sectores de oposición y del oficialismo quieren darle contenido. No es un tema pacífico y hay que seguir el conflicto australiano.