Las primarias son un acontecimiento reciente en la historia de Chile contemporáneo. Antes del 73 y desde principios del siglo XX, en general, eran las instancias partidarias las que definían los candidatos a cargos de elección popular. A manera de ejemplos, la candidatura del Frente Popular de 1938 se resolvió en la convención de dicho frente donde participaron las instancias partidarias del Partido Radical, Partido Socialista, Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda.
Lo mismo ocurrió en 1946, cuando la convención de derechas no se puso de acuerdo y terminó llevando dos candidatos a la presidencia: Fernando Alessandri, por el Partido Liberal, y Eduardo Cruz-Coke, por el Partido Conservador. Si la derecha hubiera elegido un solo candidato, hubiera ganado dicha elección presidencial, considerando que Alessandri y Cruz-Coke lograron el 57% de los votos, no obstante Gabriel González Videla con solo el 40% de los votos resultó elegido Presidente de Chile.
Y como último acontecimiento histórico a señalar está la convención para designar al candidato de la Unidad Popular, en la cual cada partido presentó su candidato y finalmente fue proclamando Salvador Allende. Pasó la dictadura y con el retorno a la democracia se estableció el sistema de primarias que conocemos, donde se consulta a la ciudadanía más allá de las instancias partidarias.
La primera primaria de este tipo ocurrió en mayo de 1993, con los candidatos Lagos y Frei Ruiz-Tagle, y en la que se estableció un doble padrón —el de militantes y adherentes—, triunfando Frei con 60% del voto ponderado. En dicha primaria votaron cerca de 400.000 chilenos. Seis años después ocurrió la primaria entre el candidato Lagos y el candidato Zaldívar, sin ponderaciones de ningún tipo, ganando Lagos con el 72% de los votos. En dicha elección participaron casi 1.400.000 chilenos. Cabe destacar que las primarias mencionadas eran organizadas por las candidaturas sin apoyo ni presencia del Estado a través del Servicio Electoral y que posteriormente será modificado cuando se establecen las primarias legales. En esa evolución, cabe destacar las primarias legales del 2013, en la que los candidatos de la derecha Piñera, Kast y Ossandón convocaron a 800.000 ciudadanos para que tomaran la decisión, mientras que paralelamente Bachelet, Velasco, Orrego y Gómez convocaron a 2.000.000 de ciudadanos, quienes eligieron a Bachelet como la mejor candidata, con un 72% de los votos.
Todo lo anterior es para reflejar la importancia que tuvieron las primarias legales del domingo pasado. Hubo primarias en las 16 regiones para elegir al candidato a gobernador regional del bloque Unidad Constituyente. Asimismo, el Frente Amplio resolvió su candidatura a este cargo en cuatro regiones y la derecha en siete.
Acompañaron este proceso, el mismo día, 34 primarias legales para alcaldes, la mayoría en el bloque de derecha, pero también algunas en el Frente Amplio y en el Partido Ecologista Verde, participando en dichos procesos más de 400.000 ciudadanos. La discusión se centró en si eran muchos o pocos, desconociendo el valor intrínseco que tienen las primarias abiertas y ciudadanas y que colocan en los ciudadanos más allá de los partidos y su militancia la decisión final del candidato a competir. A manera de ejemplos relevantes, tanto en la derecha como en nuestro sector, coloco el caso de Vitacura y el de la Región Metropolitana. En el primer caso, de haber existido las primarias y solo como resultado de una negociación partidaria, el candidato a alcalde debiera haber sido el concejal Del Real, de Renovación Nacional; no obstante, al abrir la consulta a la ciudadanía de esa comuna resultó elegida Camila Merino, de Evolución Política. En el caso de la primaria de la Unidad Constituyente para elegir el candidato a gobernador regional de la Región Metropolitana había dos opciones: la primera era la negociación intrapartidaria, donde a lo más participarían 20 personas ratificadas por no más de mil, cantidad que emerge de los consejos nacionales, junta nacional y comité central, que hubieran decidido si Molina, Orrego o Erazo fueran candidatos a la elección regional, y la segunda opción —que afortunadamente prevaleció— fue convocar a más de 70.000 ciudadanos que eligieron a Claudio Orrego en primer lugar, Helia Molina en segundo lugar y Álvaro Erazo en tercer lugar. Lo anterior ocurrió, como se dijo, en las 16 regiones del país. Más allá de los éxitos o fracasos partidarios, miradas en perspectiva individual, lo relevante es que decidieron las candidaturas decenas de miles de ciudadanos.
Las primarias llegaron para quedarse y una demostración adicional que permite seguir avanzando es el acuerdo político de la Unidad Constituyente, el que permitirá que el domingo 20 de diciembre, en 85 comunas del país, sean los ciudadanos los que elijan con su participación al mejor candidato o candidata de este bloque para competir el próximo 11 de abril en la elección final. Como tantos dicen, Chile cambió y la ciudadanía reclama participación en todos los procesos. En consecuencia, es el momento de que las futuras decisiones partidarias se tomen “puertas afuera” y no “puertas adentro”.