“Una naturaleza de rara hermosura y un pueblo de proverbial señorío”. Eso esperaba encontrar el Rey Juan Carlos de España en nuestro país al iniciar una visita que entre el 17 y 23 de octubre le permitió estar presente en Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Valdivia y Rancagua. “He tenido el privilegio de ser el primer Rey de España que conoce una tierra en que durante años los españoles volcamos esperanzas y afanes”, afirmó el Rey tras aterrizar en la capital, junto a la Reina Sofía y a una comitiva de más de 80 personas, quienes fueron recibidos por el Presidente Patricio Aylwin y la Primera Dama, Leonor Oyarzún.

Esa noche se le ofreció un banquete de gala en La Moneda, con más de 800 invitados, y al día siguiente dio un discurso de 43 minutos ante el Congreso Pleno, en el que señaló la necesidad de generar un amplio consenso entre los principales sectores del país, “y cuyo objetivo no es otro que trazar las líneas maestras de un modelo de sociedad y establecer las prioridades de una tarea nacional”.

Junto con la firma de diversos acuerdos, una de las actividades que generaba más expectación durante su estadía en el país era el encuentro que el Rey sostendría con representantes mapuches en un hotel de Valdivia. Pero cuando llegó a la cita, los cinco loncos, dos machis y un werkén del Consejo de Todas las Tierras habían abandonado el lugar, en protesta por la presencia de un funcionario de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas. La presencia en Valdivia estuvo marcada también por otro hecho, aunque bastante más intrascendente: cuando los monarcas iban a subirse a la caravana que los llevaría al aeropuerto, el chofer del auto de los monarcas se percató de que había dejado las llaves al interior del vehículo, lo que obligó a descerrajar una de las puertas.

Quienes lograron estar con los reyes destacaban lo sencillos que eran. Uno de ellos fue el periodista Julio Martínez, quien contó que luego que el monarca lo saludara en una recepción en el Estadio Español, le habló animadamente del positivo desempeño del Club Sevilla, dirigido entonces por el chileno Vicente Cantatore. “¡Quién iba a pensar que iba a hablar con el Rey de ese tema!”, señaló el destacado profesional de las comunicaciones.

Tras visitar Rancagua y recorrer el mineral El Teniente, los monarcas dejaron el país con rumbo a Asunción.