RAÚL NEIRA B.
No era sencilla la responsabilidad que tenían Gualberto Jara y Colo Colo. Los pobres resultados y el mal fútbol tras el receso empujaban a los albos a buscar una revancha al más alto nivel. La urgencia de ganar podía despertar la tentación de una propuesta atrevida y, como consecuencia, sufrir otra frustración.
Jara, finalmente, concluyó que no quería sorpresas ni papelones. Tampoco críticas despiadadas. Y optó por un esquema sumamente cuidadoso, modificando la fórmula del mediocampo: tres volantes de marca reemplazarían al clásico modelo de dos mordedores y un enlace.
El DT paraguayo, consciente de que en los partidos por la competencia local el bloque defensivo se había mostrado especialmente vulnerable, decidió que era mejor resguardarse y jugar de chico a grande.
La apuesta, tras el primer tiempo, solo arrojó pérdidas. Desde un comienzo se notaron las dificultades, porque Esteban Paredes pedía a sus compañeros que lo apoyaran en la presión de la última línea de Peñarol. Pero nadie lo acompañaba. El plan era otro.
Colo Colo sacrificó la elaboración y se quedó sin fútbol. Tuvo algunas llegadas, pero más por empuje que otra cosa. Los uruguayos se veían más firmes, mejor posicionados y no extrañó que tomaran la ventaja gracias a Facundo Pellistri, después de dos atajadas de Brayan Cortés.
No hubiese sorprendido otro tanto “mirasol”. La doble línea de cuatro visitante, con mucha velocidad por las bandas, estaba haciendo daño.
Seis meses después
Tras el descanso, otro Colo Colo apareció en el Monumental. Y no solo por el ingreso de Leonardo Valencia, quien se posicionó de “10” y comenzó a distribuir con criterio. También, porque la última línea del Cacique se paró en la mitad de la cancha y se jugó otro partido.
El empate llegó pronto (Gabriel Suazo aprovechó un centro de Pablo Mouche) y el dueño de casa no daba muestras de desgaste físico, situación novedosa, considerando todos los problemas que vivió el equipo durante la pandemia. Poco a poco, el Colo Colo en “modo Libertadores” comenzaba a marcar territorio, a dejar en claro su jerarquía.
Y si de calidad de trata, entró en escena Esteban Paredes. Con 40 años, el zurdo anotó el 2-1, de penal, y escribió su nombre en la historia copera más grande del Cacique: es su goleador histórico en el principal torneo de clubes a nivel continental.
Nada tenía que ver este Colo Colo con el de hace una semana, ante O'Higgins, o el del sábado ante Unión La Calera. El Cacique internacional se vio más ambicioso, más sólido. Y ganador.
En los minutos finales, ahora con el viento a favor, Jara volvió leer el librito paraguayo: reforzó las marcas y dejó pasar el tiempo. Para Colo Colo, el triunfo era más urgente que nunca. Después de meses de tensión, de líos internos y problemas con la dirigencia, los albos nuevamente son felices.
El 12 de marzo, también por la Libertadores, se había registrado el último triunfo blanco. Seis meses costó volver a sonreír, en el entorno que más les gusta a sus hinchas: la arena internacional.
7
remates al arco tuvo Colo Colo, contra 19 de su rival.
Suazo marcó en el único disparo al arco que hizo.
6
atajadas realizó Brayan Cortés, el doble que las
registradas por su colega Kevin Dawson.
77
pases intentó Juan Manuel Insaurralde, el jugador
del Cacique que más participó del juego.