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Sábado 01 de agosto de 2020
Claves: Discurso que ajusta expectativas ante la crisis, reivindica logros de 30 años de democracia y condena la violencia
A diferencia de su mensaje del año 2019, donde primaron los anuncios y menciones a logros económicos y en seguridad, esta vez primó un tono de realismo ante el escenario adverso.
Ajuste de expectativas y tono más modesto
Si hay algo que analistas suelen criticarle al mandatario Sebastián Piñera y su gobierno, es elevar las expectativas en demasía.
Esta vez nada de eso ocurrió.
En las cuentas públicas de 2018 y 2019 abundaron los anuncios, envío de proyectos de ley, menciones a logros en materia económica, de seguridad pública y control de la inmigración.
De hecho, el año pasado, cuando nadie preveía que un estallido de violencia se avecinaba, el mensaje destacó que Chile sería sede de dos grandes cumbres internacionales (COP25 y APEC).
Lo ocurrido a partir del 18 de octubre, con la quema de estaciones de metro, las masivas marchas en Plaza Baquedano y el Estado de Excepción de Emergencia, pareció esfumar el escenario optimista que respiraba la cuenta pública del 1 de junio de ese año.
A ello se sumó el golpe de la pandemia del covid-19, que generó una crisis económica y social, tensionando de paso las relaciones no solo con la oposición, sino con el conglomerado oficialista.
Por ello, estiman en La Moneda, esta vez hubo un tono distinto, que definen como “modesto”. “Esta Cuenta Pública al país y ante el Congreso tendrá una naturaleza distinta a las anteriores, y muchos importantes temas no podrán ser tratados aquí”, dijo el Presidente.
“Esta noche quiero reflexionar con todos mis compatriotas sobre los problemas que angustian a tantos hogares, los desafíos que debemos enfrentar como sociedad y sobre los caminos que como Presidente de Chile quiero proponerle al país, en esta Cuenta Pública, para seguir construyendo juntos el futuro de nuestra patria”, dijo.
En otro pasaje, afirmó que “algunos dicen que la ayuda del Gobierno a las familias afectadas no ha sido suficiente o no ha llegado a tiempo. En cierta medida tienen razón, porque frente a la magnitud, la gravedad y extensión de las crisis que estamos enfrentando ningún país, ni siquiera los más desarrollados, ha podido otorgar ayuda suficiente”.
Avances del país en democracia y gesto a gobiernos concertacionistas
En escenario de crisis y en meses en que el mandatario ha llamado a cuidar la institucionalidad democrática, ayer hizo especial énfasis en los logros alcanzados en 30 años de democracia, haciendo un gesto a los gobiernos de la Concertación.
“Durante estas últimas tres décadas juntos fuimos construyendo nuestro país. Todos los gobiernos aportaron lo suyo: el presidente Aylwin, el presidente Frei, el presidente Lagos y la presidenta Bachelet entregaron lo mejor de sí mismos e hicieron su mejor esfuerzo para hacer de Chile un mejor país”, dijo el Presidente casi al inicio de su discurso.
En ese punto destacó tres pilares que en La Moneda señalan son fundamentales para el mandatario y que, en situación de crisis social, podrían verse amenazados: “Un amplio acuerdo por la democracia, por la economía social de mercado y por la justicia social”.
Sebastián Piñera enfatizó en que en 30 años de recuperación de la democracia se multiplicó “por 5 nuestro ingreso per cápita. Redujimos la pobreza de más del 60% a menos del 10%, lo que permitió que casi 8 millones de chilenos superaran la pobreza y que surgiera una amplia y diversa clase media”.
Al interior del Gobierno estiman que se busca poner acento en que, más allá de la recesión económica o las altas demandas ciudadanas, no se puede desconocer el avance del país en distintas materias bajo esos tres pilares.
“Todos estos avances nos permitieron pasar de la medianía de la tabla a posiciones de liderazgo en América Latina en desarrollo económico y desarrollo humano. Ello no significa desconocer las carencias, desigualdades y dolores que siguen afectando a muchas familias chilenas, lo que expresaron con fuerza los chilenos con sus legítimas manifestaciones del año pasado. Este mensaje lo hemos escuchado con atención y nos exige reflexionar y enmendar rumbos respecto al país que queremos seguir construyendo hacia el futuro”.
Condena a la violencia y del vandalismo a todo evento
Al menos 12 veces mencionó el Presidente Piñera la palabra “violencia” en su discurso.
Criticó lo que llamó “la ola de violencia y vandalismo” a partir del 18 de octubre del año pasado, diferenciando ese fenómeno de las protestas pacíficas.
“Hemos visto en los últimos tiempos cómo la violencia y la intolerancia están afectando el debate democrático y debilitando la paz social”, dijo el mandatario. Y enumeró: “La violencia callejera, las funas, el vandalismo o el amedrentamiento son incompatibles con una sociedad democrática”, agregando también los múltiples ataques en redes sociales.
“Debemos condenar siempre la violencia, con voluntad, coraje y sin ninguna duda, venga de donde venga, tanto física, como a través de redes sociales u otros medios”, agregó, en lo que se leyó en el oficialismo como un mensaje a sectores políticos de oposición a los que el Ejecutivo ha criticado por tener una posición “ambigua” ante ella.
A la hora de referirse a proyectos de ley relacionados con esta materia hizo un llamado al Congreso a acelerar la aprobación de iniciativas enviadas hace largo tiempo.
“Estos proyectos son urgentes y modernizan y fortalecen a nuestras policías, crean un nuevo y moderno sistema de Inteligencia, perfeccionan y hacen más eficaz la lucha contra el terrorismo y el combate al narcotráfico y permiten una mejor protección de nuestra infraestructura crítica”, dijo.
Estos proyectos han generado amplio debate en el Parlamento, pues la oposición ha mostrado múltiples reparos tanto a la ley de Inteligencia como a la que busca que las Fuerzas Armadas puedan contar con atribuciones para el resguardo de la infraestructura crítica.
“Todos, siempre debemos actuar con un total e irrestricto respeto de los derechos humanos de todos”, agregó el mandatario, poniendo énfasis en un mensaje que repitió también luego de iniciado el estallido de violencia de octubre.
Énfasis en reactivación económica para enfrentar la crisis sanitaria
Fue el objetivo del acuerdo del plan de emergencia que impulsó el gobierno junto a sectores de la oposición: Volver a levantar la economía y superar la crisis social ocasionada por la cruda situación sanitaria generada por el covid-19.
Cuando millones de personas han tenido que confinarse, cae estrepitosamente el empleo y se ven largas filas en las afueras de las AFP esperando iniciar el trámite del retiro del 10% de los fondos, en La Moneda saben que esta debe se la apuesta número uno en los 20 meses que restan de Gobierno.
No solo eso. En un contexto en que el próximo año se eligen alcaldes, concejales, parlamentarios, gobernadores y Presidente de la República, señalan que esta será una prueba de fuego para demostrar gobernabilidad y hoja de ruta ante un escenario inestable.
En suma, no levantar al país económicamente, dicen en el oficialismo, afectará el futuro de la centroderecha en su capacidad de generar confianza ante un electorado esquivo y demandante.
“Nuestro Gobierno está impulsando el plan Paso a Paso, Chile se Recupera. Este Plan nos permitirá recuperar nuestra capacidad crecer y crear empleos, para lo cual es fundamental desatar las fuerzas de la libertad, creatividad, imaginación, innovación y emprendimiento, que viven en el alma de todos nuestros compatriotas y que son las únicas capacidades permanente. Este plan no es sólo un plan económico. Es también un plan social y tiene a las personas y familias en su corazón”, dijo ayer el mandatario.
Y luego detalló, mediante una imagen, sus principales ejes. “En pantalla —dijo— pueden apreciar los principales componentes: Un masivo y urgente programa de subsidios al empleo, que podrá beneficiar hasta 1 millón de personas, tendrá un costo cercano a los U$2.000 millones y nos permitirá avanzar con fuerza hacia la creación o recuperación del millón ochocientos mil empleos que hemos perdido.
Llama a la unidad y evita críticas a la oposición
Algo que llamó la atención, incluso en parlamentarios de centroizquierda que comentaban anoche el discurso, es que el Presidente en esta ocasión evitó criticar directamente a la oposición, como sí lo había hecho en otros mensajes a la Nación.
Si bien, en otras cuentas públicas había llamado a la unidad y a los acuerdos, esta vez se refirió a la historia de Chile, dando a entender que el país atraviesa por un escenario particular.
“Durante nuestros 210 años de vida independiente, nuestra Patria ha conocido períodos de luces y sombras. Ha cosechado triunfos y derrotas. Ha conocido la bonanza y la escasez. Ha vivido tiempos de unidad y de división”, dijo.
Acto seguido, señaló: “Hemos enfrentado desafiantes guerras externas y dolorosas guerras civiles. Hemos sufrido los embates de nuestra bella, pero indómita naturaleza y hemos perdido y recuperado nuestra democracia”.
En La Moneda señalan que, más que en otros discursos, el mandatario buscó empatizar con la situación compleja que atraviesan los chilenos.
De hecho, no hubo menciones particulares a personas o beneficiarios de algún programa de Gobierno sino una alusión al momento histórico.
“Hoy el mundo, Chile y los chilenos vivimos nuevamente tiempos extraordinariamente difíciles y la adversidad se vuelve a cruzar en nuestro camino. Hoy enfrentamos uno de esos momentos cruciales y decisivos de nuestra historia. Son estos momentos trascendentes los que ponen a prueba el alma de la Nación y el temple de nuestro pueblo. Y los que más requieren unidad, colaboración, diálogo y acuerdos, para recuperar la confianza en nosotros mismos, la fe en nuestro país y la esperanza en el futuro”.
Y si en días anteriores el Gobierno había sido muy crítico de las acciones del Parlamento —por ejemplo, respecto de la aprobación del proyecto de retiro de fondos de las AFP o en torno a la presentación de iniciativas inadmisibles— esta vez el Mandatario moderó esa posición.