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Editorial
Martes 30 de junio de 2020
Consumo de drogas y pandemia
También en este ámbito, la actual crisis plantea complejos desafíos y amenaza agravar los problemas previamente existentes.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) acaba de publicar los resultados de su último informe mundial sobre consumo de sustancias prohibidas. Con datos de 2018, el reporte advierte que su prevalencia ha subido desde 2009, cuando alcanzaba al 4,8% del total de la población mundial entre 15 y 64 años, al actual 5,3%, lo que representa un aumento de cerca de 269 millones de personas. Dicho incremento se manifiesta especialmente entre los adolescentes, en las zonas urbanas y en los niveles socioeconómicos altos. Las drogas más consumidas son la cocaína, la heroína y, sobre todo, el cannabis. Respecto de este último, y de acuerdo con cifras del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas (Senda), su consumo ha crecido en Chile desde representar un 4,6% de la población en 2010 hasta el 12,7% en 2018; ello, pese a que en este último año experimentó una baja en comparación con 2016, cuando la prevalencia había alcanzado al 14,5%. El informe de la ONU señala que en aquellos países en donde se ha legalizado la marihuana para uso no medicinal, como Uruguay y Canadá, su consumo va en alza. Por cierto, el cannabis sigue siendo la droga más usada a nivel mundial, con cerca de 192 millones de consumidores, pero los opioides como la heroína o sus análogos son los más letales, ya que explican dos tercios de las muertes por estas causas.
El mercado de las drogas ha experimentado importantes cambios en los últimos años y, según expertos, la actual crisis del coronavirus hace prever nuevas modificaciones en el tipo de sustancias que se consumen, los patrones de comportamiento frente a su uso, los precios y los canales de distribución. A nivel mundial, medidas como los cierres de fronteras y las cuarentenas están generando dificultades en el acceso a drogas por parte de consumidores habituales, lo que puede estar llevando a reemplazarlas por la ingesta desmedida de alcohol, benzodiazepinas o productos inyectables de muy alto riesgo. Todo esto, agravado por los complejos efectos del confinamiento sobre la salud mental, que pueden incidir en un alza de la demanda por sustancias de este tipo. A su vez, el consiguiente incremento de los precios de la droga puede llevar a un mayor involucramiento de ciudadanos en actividades de tráfico, en un contexto de dificultades económicas y de aumento del desempleo a nivel global.
Especial acento pone el informe en el tráfico de drogas a través de internet. En los últimos quince años, este se ha triplicado en todo el mundo, llegando a representar hasta un 15% del consumo total; en Chile la cifra alcanza, según el informe, al 5,5%, pero dentro de una tendencia creciente que arriesga aumentar en las actuales circunstancias. El informe de la ONU alerta respecto del uso de la “Dark web”, un área de la llamada “internet profunda”, con direcciones enmascaradas y accesible solo con navegadores especiales. Con todo, distintos reportajes de prensa han dado cuenta en Chile del intensivo uso de redes sociales y de aplicaciones de accesibilidad universal para la oferta de drogas de distinto tipo, incluidos servicios de delivery. Los anuncios de las policías respecto de operaciones para enfrentar este microtráfico no parecen haber menguado hasta ahora su intensidad.
Como se observa, la actual crisis sanitaria y económica impone mayores desafíos también en este ámbito, demandando acciones integrales, desde medidas de apoyo psicológico y prevención, hasta acciones de seguridad pública. Cabe a la autoridad desarrollar especiales esfuerzos para que a las muchas y dolorosas consecuencias que la pandemia está significando en la salud y la calidad de vida de las personas, no se añada también un agravamiento del fenómeno de la droga y de la actividad delictual conexa.