“Y las proyecciones que efectué en enero o febrero se cayeron como castillo de naipes”. Esa frase, en mi opinión, inició el camino de la salida del ministro Mañalich. La estrategia sanitaria hasta hace algunas semanas fracasó rotundamente y estamos evidenciando en el presente, con las cifras en la mano, dicho resultado.
Debo reconocer que Mañalich no se equivocó en la dimensión curativa de la pandemia, es decir, la integración del sistema público y privado en uno solo, la adquisición permanente de ventiladores mecánicos y otros instrumentos similares y la reconversión de camas de cuidados intensivos. Pero costó semanas, sino meses, que recogiera la opinión de otros expertos en materia de cuarentenas totales y efectivas, en la masividad de los testeos, en la imprescindible trazabilidad y posterior aislamiento de los sospechosos de contagio.
El resultado lo tenemos en el presente, viviendo una de las crisis más importantes del mundo en materia de pandemia sanitaria y social.
Lo importante ahora para el ministro Paris es consolidar y profundizar la estrategia de las últimas semanas: masividad en los testeos, trazabilidad, aislamiento en las residencias sanitarias y cuarentenas efectivas y cumplibles. Para esto último hay que convencer en estas horas al Presidente de la República y al ministro de Hacienda que entiendan de una vez por todas que la cuarentena que están viviendo nueve millones de chilenos no se está cumpliendo ante la necesidad de varios de esos millones de salir de sus casas a trabajar para poder comer en la noche. Mientras lo anterior no se entienda no habrá estrategia que pueda derrotar la pandemia.
En estas horas se debate entre el Gobierno y la oposición el pacto para enfrentar efectivamente la pandemia mediante la vía de incrementar los ingresos a las personas y familias para que puedan cumplir dicha cuarentena. Sin embargo, hasta este minuto persiste la tozudez del ministro de Hacienda en no escuchar el planteamiento básico de la oposición, cual es situar la ayuda en la línea de la pobreza de tal manera que a una persona se le garantice por parte del Estado, independientemente de la actividad que realice o no realice, un ingreso mínimo de $171.000 mensuales, que se multiplica de acuerdo al número de integrantes de la familia.
Lo anterior permite que una familia promedio en Chile integrada por tres personas perciba $369.000 mensuales; de cuatro personas, $451.000 mensuales, y de cinco personas, $527.000 mensuales. Lo que estamos proponiendo además es para los trabajadores que perciben hoy día el subsidio de cesantía, sea que estén finiquitados o se hayan acogido a la suspensión temporal del empleo, a los trabajadores “informales” y a los trabajadores independientes que emiten boletas de honorarios.
La cobertura anterior puede alcanzar fácilmente el 90% de la población y tiene un marco presupuestario completamente sustentable y responsable de US$ 2.700 millones que abarcan los meses de junio, julio y agosto.
Podrán renunciar y venir nuevos ministros de Salud, pero si el Gobierno no entiende que el mejor remedio para la pandemia, antes que llegue la vacuna, es la cuarentena efectiva y la única medida sanitaria es hacerla cumplir mediante la vía de que todo chileno tenga garantizado un piso mínimo de subsistencia que precisamente le otorga la línea de la pobreza, no vamos solucionar la crisis de la pandemia.