Señor Director:

Recuerdo como si fuera hoy nuestro accidentado viaje en tren hacia Valdivia un 20 de mayo de 1960. Al despertar, cerca de Pailahueque, el tren nocturno se detuvo y sentimos movimientos extraños y gente de la estación que corría por el andén gritando “Está temblando”. Luego supimos que había habido un fuerte terremoto en Concepción, con gran destrucción.

Después de una larga espera, el tren retomó la marcha pero con grandes precauciones, pues no se sabía cómo estaban las líneas y los puentes; así que delante iba un carro automotor manejado a mano escrutando los daños posibles. Con todo esto, a las 3 de la tarde estábamos recién en Antilhue, donde debíamos tomar el ramal a Valdivia.

Mi madre tenía una radio a pilas, gran novedad en esos años, traída desde China por don Juan Gómez Millas, gran amigo de la familia. Para acortar la espera la prendió y estaban trasmitiendo el Mensaje del Presidente don Jorge Alessandri al Congreso. Íbamos en aquello de “La Caja de Crédito Prendario”, o algo así, cuando don Jorge corta su discurso abruptamente y explica: “me están llegando noticias muy graves desde Concepción, así que hasta aquí llego”.

No sé si el discurso se retomó más adelante. Pero si don Jorge hubiera sabido lo que se venía al día siguiente en Valdivia, habría estado mucho más preocupado aún. Al día siguiente, luego de un despertar movido por una “réplica” de Concepción, después de un rico almuerzo y una plácida y soleada tarde en que muchos valdivianos salieron a las plazas y calles, vino el cataclismo. Pero eso es asunto de un reportaje más largo.

Carmen Luisa Letelier Valdés