Aunque la biología es la ciencia que domina el paisaje actual —y de manera más específica, la virología, rama de la microbiología—, esta novela tiene, para comenzar, el raro atractivo que da la doble militancia: una científica que comparte su dedicación al laboratorio con la escritura de ficción, una licenciada en Química y doctora en Salud Pública que también hizo un máster en Literatura Creativa. La novela da cuenta también de esa doble trayectoria; es ficción, pero se alimenta de la biografía hasta un punto imposible de discernir. La protagonista, hija de un matrimonio chino que migró a Estados Unidos, es estudiante de doctorado en Química, y pasa muchas horas en el laboratorio repitiendo una y otra vez los mismos pasos para avanzar en la creación de una molécula ya existente en la naturaleza, pero de mejor manera, “con el menor número de pasos posible y un hermoso paso fundamental”. Tiene un novio, Eric, también científico, y entre ellos rondan las preguntas de siempre en la historia de una pareja que ya ha tomado la decisión de compartir casa: ¿Será la hora de casarse y de tener hijos? La gracia de Weike Wang es que nada de ello está dicho de manera explícita. Como dice en algún momento, la protagonista y Eric hablan en círculos, y esa manera de entenderse (o de no entenderse) está muy bien recogida. Ambos saben qué hay en el fondo, pero no lo enfrentan.
Hay mucho más que eso, desde luego. Dichos chinos, historias familiares, citas de libros o de entrevistas, conversaciones con amigas o con la psiquiatra, hechos de la química y principios científicos, historias de la ciencia, experiencias docentes, reflexiones que parecen leves y casuales pero que son también muy reveladoras, su perro, enumeraciones caóticas, el abandono del doctorado, su manera de relacionarse con los hombres, cuestiones relacionadas con ser mujer y científica (recuerda, por ejemplo, que un tipo del laboratorio sostenía que “las mujeres no tienen cojones para hacer ciencia de verdad”), los clichés sobre los chinos, el clima, la cocina, la belleza y la inteligencia (“ser Marie Curie pero verme como Grace Kelly”), el pesimismo frente al matrimonio. Todos estos materiales se insertan en una trama leve y poco estructurada (lo que no es un defecto, en este caso), un recorrido sinuoso donde destacan el humor y la fragilidad, la sinceridad y la agudeza, rodeando cuestiones que tocan las vidas de todos —la felicidad, el amor, los hijos— sin caer nunca en el cliché, lo que es una hazaña mayor.
WEIKE WANG
Laurel Editores, Santiago, 2019.
196 páginas.