Desde el 18 de octubre de 2019 al 25 de abril de 2020 han pasado más de seis meses y el país está viviendo, en ese marco de tiempo, dos crisis sucesivas de la más alta repercusión.
La primera, que estalló el 18 de octubre y que movilizó a millones de chilenos, fue en contra de un modelo político-económico que sencillamente colmó la paciencia de la mayoría. Y a continuación, desde el verano ingresamos a la crisis sanitaria más importante del último siglo y su secuela económica y social, que nos puede llevar, como antecedente, a la crisis mundial de 1929.
En estos meses hemos fallado mucho como oposición, la lista de errores es significativa y donde quizá lo principal sea una mínima unidad, con criterios comunes frente a temas esenciales. De hecho, y en las diversas encuestas de opinión pública, la oposición en sus distintas expresiones es menos valorada que la derecha, el Gobierno y varias instituciones fundamentales de la república.
Sin embargo y reconociendo lo anterior, creo que también es justo en el balance destacar como aspectos positivos los siguientes hechos:
Frente al estallido de octubre, el conjunto de la oposición —con la exclusión de comunistas y humanistas— condujo a la derecha y al Gobierno al Acuerdo por la paz y una nueva Constitución. La convergencia entre una movilización masiva, pacífica y también con grados de violencia, con el diseño opositor, tuvo como respuesta dicho acuerdo que encauzó institucionalmente la revuelta, estableciendo el calendario conocido y rectificado para el plebiscito, la instancia que estudiará dicha nueva Constitución y la consulta final.
La oposición apoyó en el Parlamento un conjunto de medidas del Gobierno para aliviar la legítima demanda ciudadana que estalló el 18 de octubre. En este plano quisiera detenerme en dos políticas públicas con papel relevante de la oposición; en primer lugar, el reajuste del Pilar Solidario, que en la primera propuesta del Ejecutivo alcanzaba un 20%, pero gracias a la oposición se logró que el Gobierno aceptara un reajuste de 50% para el Pilar Solidario. El segundo ejemplo fue lo ocurrido con la reforma previsional, aún en trámite, donde la oposición logró convencer al Gobierno de un aumento de 4 a 6 puntos de contribución del empleador a la cotización del trabajador, así como que a lo menos la mitad de ese aporte vaya a un fondo solidario con administración estatal.
En el marco de la crisis sanitaria que estamos viviendo y su derivación económica y social, también la oposición está cumpliendo su rol. Por ejemplo, en el proyecto de protección al empleo fue la oposición la que logró, en el caso de suspensión temporal de este, que el subsidio de cesantía en caso de remuneraciones inferiores a $500.000, este fuera en los primeros tres meses un 70% del sueldo promedio. En el caso del bono Covid-19, la oposición logró convencer a la derecha y al Gobierno de ampliar el universo de beneficiarios desde 2.000.000 a 2.700.000. En el caso del fondo de garantías estatales, la oposición logró convencer al Ejecutivo de aumentar porcentualmente dichas garantías para la pequeña, mediana y gran empresa, así como logramos la fijación por ley de la tasa de interés para el sistema bancario y una reglamentación que garantiza que a lo menos la mitad del crédito financiero sea destinado a la pequeña y mediana empresa. Finalmente, como otro ejemplo, y en pleno trámite parlamentario, se encuentra el apoyo estatal a los casi 3 millones de trabajadores informales. En este caso, respecto de la propuesta del Gobierno, la apoyaremos siempre y cuando se nos escuche en el Parlamento para elevar sustantivamente dicho apoyo en términos per cápita y por hogares, considerando que esta ayuda es esencial para esos millones de chilenos que son los más vulnerables de todos.
En resumen, como oposición hemos fallado mucho. Sin embargo, cuando tenemos claridad en los intereses que hay que defender, que no son otros que los de la inmensa mayoría de los chilenos, logramos con ideas y fuerza democrática avanzar en una dirección correcta y justa.