Basada en los cómics homónimos de los años 90, esta película con Vin Diesel tiene la materia prima para dejar el paradero de película promedio, pero algo en su mecánica no da para dar el salto superior. ¿Qué es lo que falla? Convertir a los personajes estáticos y con diálogos clichés en seres humanos con vida y problemas reales. Toda la orgánica de la película me ha gustado, en vista de que estamos hablando de un producto de entretención. Peleas buenas, secuencias respetables y una producción óptima para esta trama: Un soldado es resucitado para una misión de venganza mediante una alta tecnología, y quien se roba la película —porque cumple su rol de ser humano con humor, defectos y vulnerabilidad— es uno de los programadores a cargo del upgrade del héroe. Se trata de Lamorne Morris, un comediante que saca esta propuesta de su lugar común y podría haber sido perfectamente el protagonista: un
sidekick chistoso, carismático que se ríe del eterno
déjà vu en que suele caerse en este tipo de producciones con tal de, con fórmula conocida, recobrar la enorme inversión que significa su existencia. Así y todo, estamos frente a un título que mata el aburrimiento.
Mayores de 14. En cines.