Dos jóvenes se conocen en Valdivia, en medio de botes, niebla y recreaciones históricas en fuertes. De a poco empieza a surgir en ellos un amor muy real e intenso, que mantienen escondido tras cuatro paredes de madera, o cualquier rincón que los esconda del resto. Con una atmósfera cuidada y una fotografía que le saca el trote a los impresionantes paisajes del sur, el realizador Omar Zúñiga va develando de a poco sus personajes, y sus conflictos, sin nunca llegar a reventar la pantalla con grandes sucesos ni sorpresas, y contentándose con seleccionar momentos de intimidad y calor, con un fondo que pelea en protagonismo con los personajes. Muy bien actuada, y aún mejor fotografiada, tiene la virtud (y el defecto, podrían decir algunos) de evadir cualquier lugar común y le niega al espectador la tranquilidad del terreno conocido de los conflictos, para contentarse con ser “un trozo de vida”. Pero es un buen trozo de vida, sin dudas.

Mayores de 14. En cines.