“Bailando por un sueño” ha revitalizado las noches de Canal 13 desde el sábado último. El nuevo programa vio la luz gracias al empeño de su conductor Martín Cárcamo, quien estuvo dos años intentando traer a Chile este formato de origen mexicano que la rompe en Argentina desde 2006, bajo la batuta de Marcelo Tinelli.
A través de su productora, Lateral, Cárcamo se asoció con Canal 13 para concretar este proyecto. Y pese al cansancio de una semana entera presentando el Festival de Viña, el animador se vino desde la Ciudad Jardín directo al estudio para transmitir en vivo el debut de este programa. Con una obertura atractiva, un musical que integró a todos los competidores, el estreno lució un excelente manejo de cámaras y de recursos audiovisuales, a cargo del director Sebastián Hödar, que también trabajó en el certamen.
La vitalidad y el vértigo de una transmisión en vivo se hicieron notar en la primera emisión, que obtuvo la mejor audiencia de la noche: 14,5 puntos de rating promedio, una cifra notable para un sábado en la noche, si se considera que el programa duró casi tres horas. Pero en ese lapso solo bailaron dos parejas: la comediante Belén Mora con el bailarín (ex “Rojo”) Francisco Solar, y la transformista argentina Sofía Camará con el también ex “Rojo” Julio Allendes. ¿Qué sucedió en las casi dos horas iniciales antes de la competencia? Conversación, mucha conversación. Que el periodista Felipe Vidal es tieso y le dicen el “Tronco Vidal”; que la cantante Katherine Orellana olvidó ir a firmar tras una condena por conducir en estado de ebriedad; que el influencer Leo Méndez tuvo un ataque de pánico y estuvo a punto de no seguir, entre otras cosas.
En los capítulos siguientes fue lo mismo. Hubo tema con el pololo de la jurado Raquel Argandoña, a quien supuestamente le molestó el “piquito” que ella y Cárcamo se dieron el día anterior; lágrimas de la actriz Yamila Reyna por su papá fallecido, y una pelea-coqueteo entre el jurado argentino Aníbal Pachano y el jurado-BAR (Bailando Assistant Referee) Felipe Ríos por el peinado de este último. Y así.
Es cierto que el exitoso formato de “Bailando por un sueño” es con harta conversación y que, en general, en la versión argentina no suelen bailar más de cuatro parejas por capítulo. Sin embargo, la duración de esos episodios no supera los 80 minutos. Las conversaciones no solo abordan la vida privada, sino también la actualidad. Y no se hacen largas ni tediosas. En el “Bailando…” local, en cambio, es notoria la intrascendencia de los temas y la búsqueda del conflicto. Cárcamo sabe que no es Tinelli y su desempeño es mucho mejor cuando no intenta imprimirle una chispa forzada.
Con todo, el espacio ha brindado una buena audiencia a Canal 13. El capítulo del lunes duró menos de dos horas y promedió de 12,5 puntos, solo superado por Mega, que obtuvo 15,8. Se decidió acortarlo para dar realce al reestreno de “Sigamos de largo”. El problema fue que el actor Felipe Contreras y su bailarina, ya vestidos y anunciados, se quedaron sin bailar. ¡Demasiada conversación!