Katherine Salosny vuelve a televisión abierta, a través de Telecanal, con un programa de conversación que busca hacerse cargo de “el nuevo Chile”, del país que se supone cambió a partir del 18 de octubre. Con un invitado por capítulo, los miércoles a las 23:00 horas, y con repetición los sábados a las 22:00, la animadora invita a comentar la actualidad a partir de la experiencia personal de cada entrevistado. Hasta ahora, los diálogos han funcionado porque se ha elegido a contertulios que tienen algo que decir: el periodista Aldo Schiappacasse, el médico y montañista Marcelo Purto, la actriz y guionista Luz Croxato y el empresario gastronómico Martín Flores, una de las primeras personas transgénero que cambió su nombre registral a partir de la nueva ley.
La propia Kathy había dicho en una entrevista a “El Mercurio” que el programa tendría el espíritu de “La belleza de pensar”, de Cristián Warnken: una escenografía de fondo oscuro, dos sillas, una mesa y, con suerte, dos vasos de agua. La idea es no distraer con nada la atención del diálogo entre conductor e invitado. Y así ha sido. Incluso la musicalización del programa es muy escueta. Solo al comienzo y al final de cada bloque se escuchan en piano los acordes de “El derecho a vivir en paz”, de Víctor Jara.
Tanta desnudez es un riesgo en la televisión abierta de hoy. Y pese al talento comunicativo de Katherine Salosny —que no tiene el espesor intelectual de Cristián Warnken, pero derrocha calidez y empatía—, la falta de recursos audiovisuales se hace sentir en la hora de programa. Se echa de menos alguna imagen de archivo, alguna fotografía, algo más de música. Hay un solo elemento que ameniza el diálogo y es el juego de mesa Dixit, en el cual el entrevistado debe elegir una ilustración, de entre las que propone el juego, como respuesta a una pregunta. Incluso ahí, la cámara podría aprovechar mejor ese recurso, mostrando estas bellas ilustraciones en todo su esplendor, en un primerísimo primer plano.
Con todo, “Hablemos de Chile” es un aporte y lo seguirá siendo en la medida en que aumente la diversidad y transversalidad de los invitados. Cuesta encontrar en la televisión abierta momentos como estos, de diálogo sin apuro y en un verdadero intento de entender lo que está viviendo el país. Salosny puede ser la anfitriona perfecta para conversar con personas de pensamientos diversos, ya que ella misma en su trayectoria ha evolucionado, manteniendo una actitud de tolerancia y apertura.
En una modalidad que han seguido otras figuras de la TV, la propia animadora y su equipo gestionaron este espacio en Telecanal y ellos mismos deben conseguir los auspiciadores. Creen que es un proyecto que puede ir de menos a más y no sienten la presión del rating. De hecho, el momento de mayor sintonía ha sido 1,0 punto durante la entrevista a Schiappacasse, lo cual no está mal para lo que suele marcar ese canal privado.