Con la reposición de “La ciudad de la fruta”, exhibida brevemente en mayo (marcó además el inicio de la nueva etapa del Teatro La Memoria), Santiago a Mil hace presente que esta propuesta, hecha sin aspavientos pero bien calibrada y tremendamente necesaria, no debe pasar desapercibida. En especial para la platea femenina y todos quienes han sufrido algún tipo de abuso sexual (que son, ya sabemos, demasiados).
Su punto de partida es un texto autobiográfico de la actriz, directora y dramaturga penquista Leyla Selman (43) en el que con gran coraje reconstruye en su memoria y denuncia cómo en la década de los 80 fue vejada reiteradamente desde los 7 años por su abuelo y tres tíos. Más valiente aún, hace un lustro ella estrenó en Concepción su obra catártica, por tanto sanadora, bajo su propia dirección. La actual versión la condujo Rodrigo Pérez, con su particular sello de despojada belleza y áspera poesía, y cuenta con un dotado elenco que lideran Catalina Saavedra y Francisco Ossa.
Primero una siquiatra nos explica qué es Trastorno Límite de Personalidad. Luego ella misma como narradora expone el caso de esta mujer dañada a la que asiste en el proceso de enfrentar sus dolorosos recuerdos de infancia y, más adelante, confrontar a sus victimarios a los que demandó. Ellos también son retratados en escena, mostrando su ensoberbecido machismo. Los detalles de los hechos se evocan en todo su horror, pero siempre con delicadeza.
Esta no es la primera obra aquí que trata el abuso intrafamiliar que queda sin castigo, tema menos frecuente de lo que debiera; pero sí es la primera que lo aborda a partir del testimonio vivencial. Aunque breve (70 min.), la pieza también contiene una lectura de corte clínico-siquiátrico —puede verse como el registro de una sicoterapia o como un sicodrama (recordemos que el director se formó además como sicólogo)— y suma un sentido político. Más de una vez la autora establece paralelos entre los ultrajes a que fue sometida y abusos similares perpetrados en dictadura, un contexto patriarcal y autoritario que favorecía la impunidad.
Por cierto, la entrega luce un muy buen nivel actoral por todo el elenco. Los breves insertos musicales que canta el cuarteto masculino acompañándose de instrumentos pueden parecer en principio fuera de lugar, pero luego se aceptan, pues ayudan a distender la turbiedad de la historia, o bien porque refuerzan la atmósfera enrarecida y de realidad distorsionada.
Teatro La Memoria. Funciones hasta mañana (martes 21 de enero), a las 19:00 horas. Teatro Bío Bío de Concepción, 28 y 29 de enero, a las 19:30 horas.